Hace unos días comenzamos oficialmente la canícula, el periodo más sofocante del verano, en el que las temperaturas pueden superar con facilidad los 40 grados. En esta época del año, echamos mano de todo tipo de trucos para combatir el calor, aunque no todos s0n realmente eficaces.
Con el termómetro al límite, mantenerse fresco e hidratado no es solo recomendable, sino vital para la salud. Sin embargo, lo que muchos desconocen es que, en nuestro intento por aliviar el calor, a menudo caemos en errores al seguir hábitos populares o creencias sin fundamento que, por mucho que se repitan, no siempre funcionan.

Por eso, en este artículo repasamos algunos de los mitos más extendidos para combatir el calor, los errores más comunes que solemos cometer y, lo más importante, cómo evitarlos de forma eficaz.
Bebidas calientes vs. frías: ¿cuál elegir?
Beber líquidos es fundamental para conservar una buena hidratación, pero la temperatura de lo que ingerimos también importa. En determinados contextos, una bebida caliente como un café puede ayudar a enfriar el cuerpo al estimular la sudoración, que es el mecanismo natural con el que disipamos calor.
Pero no siempre funciona y por ejemplo este efecto solo se aprovecha plenamente cuando el ambiente es seco. En climas húmedos, la evaporación del sudor se dificulta, y en esos casos una bebida caliente no solo no ayuda, sino que puede resultar contraproducente.
¿Y el agua a temperatura ambiente? Una opción intermedia y práctica es beber agua fresca (no demasiado fría). Además de ser agradable, favorece una mejor hidratación sin alterar demasiado la temperatura corporal. Así lo concluyó un estudio publicado en International Journal of Clinical and Experimental Medicine, que demostró que consumir agua a unos 16 °C optimiza el proceso de rehidratación.
Cerveza: puede ser contraproducente
Una cerveza bien fría puede parecer la mejor aliada en verano, pero su efecto es más engañoso que útil. Aunque en pequeñas cantidades puede ofrecer sensación de frescor, el alcohol actúa como vasodilatador y diurético, lo que altera la distribución del calor corporal y favorece la pérdida de líquidos. A largo plazo, esto puede aumentar el riesgo de deshidratación, justo lo contrario de lo que buscamos con una bebida refrescante.
¿Ventilador sí o no?

El ventilador puede ser una buena herramienta para sobrellevar el calor, siempre que se utilice correctamente. A diferencia del aire acondicionado, no enfría el aire, sino que acelera la disipación del calor corporal al mover el aire a nuestro alrededor. Sin embargo, si la temperatura ambiental supera los 35 °C, el ventilador deja de ser efectivo, ya que el aire que circula está tan caliente como nuestro cuerpo.
Además, hay que tener cuidado con su empleo con personas mayores en condiciones cálidas y secas y los médicos ya advierten de los riesgos. Y eso por no decir que su uso prolongado, sobre todo por la noche, puede resecar el ambiente o dispersar alérgenos.
Ventilación estratégica en casa
Ventilar bien el hogar es esencial, pero en verano no basta con abrir las ventanas sin más. La clave está en elegir las horas más frescas del día, como la primera hora de la mañana o tras la caída del sol. Además, se recomienda crear corrientes cruzadas, abriendo ventanas en extremos opuestos de la casa para favorecer el movimiento del aire y expulsar el calor acumulado.
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