Están siendo noches complicadas para lograr conciliar el sueño. El nuevo concepto de noche tropical ha llegado para quedarse y, a la hora de intentar mantener el confort en casa, el ventilador de techo ha ganado protagonismo en los últimos años junto al aire acondicionado. Sin embargo, aunque pueda parecer lo contrario, un ventilador de techo no enfría el aire ni lo refresca.
Ya hemos hablado de la importancia de escoger un modelo adecuado: que sea lo más silencioso posible, que cuente con función de invierno e incluso, en algunos casos, que pueda conectarse al WiFi para controlarlo desde el móvil. Y, pese a sus diferencias, todos los modelos comparten algo en común: no son capaces de reducir la temperatura del aire. Aun así, su demanda sigue siendo altísima (he visto montones de cajas venderse en horas).
De hecho, el año pasado compartí mi experiencia al instalar varios ventiladores de techo en casa, y tengo que admitir que, pese a lo que muchos puedan opinar, ha sido una de las mejores inversiones que he hecho. A la hora de hacer frente al calor, logran crear un ambiente mucho más agradable, aunque eso no significa que refresquen el aire ni bajen su temperatura real.
Mueve pero no refresca
La realidad es evidente en cualquier caso y aunque no refresca el aire, sentimos un gran alivio. Un ventilador de techo no extrae el calor del ambiente, ya que para eso sería necesario un sistema de compresión y expansión como el que emplean los aires acondicionados. Tampoco expulsa el aire caliente al exterior, función que sí realiza el compresor de un equipo de climatización.
Un ventilador de techo es algo mucho más modesto. Logra mover el aire, sí, lo hace con una intensidad tan limitada que solo consigue desplazarlo de un lado a otro, sin enfriarlo realmente. La pregunta está clara ¿por qué tiene tanto éxito? Aquí es dónde entra en juego la ciencia.
A pesar de estas limitaciones, el ventilador de techo aporta una solución efectiva desde otra perspectiva: refresca a las personas, no el aire. Su funcionamiento se basa en el giro de las aspas, que ayuda a desplazar el aire caliente acumulado en el techo y mezclarlo con el aire más fresco cercano al suelo, contribuyendo así a equilibrar la temperatura de la estancia y mejorar la sensación de confort.
Este movimiento actúa creando una corriente que acelera la evaporación del sudor y mitiga el calor en la piel y, con ello, genera una sensación de frescor y aquí es dónde llega la magia. Al sentir la corriente de aire, la piel se enfría ligeramente, lo que hace que el cerebro perciba una menor sensación de calor y reduzca la sudoración. Aunque el termómetro marque la misma temperatura, la sensación térmica provoca que sientas el ambiente unos 2 grados más fresco de lo que realmente es. Por supuesto, un ventilador no tiene la capacidad de bajar la temperatura de la estancia como lo haría un aire acondicionado, pero su consumo energético es infinitamente menor.
Aunque no reduce la temperatura del aire, este movimiento constante evita que el aire caliente se estanque y ayuda a distribuirlo de forma más uniforme, lo que contribuye a que el ambiente resulte más agradable y menos sofocante en los días calurosos.
Dicho esto, hay que tener en cuenta que un ventilador de techo es muy práctico pero no infalible y de hecho la OMS (Organización Mundial de la Salud) en su ficha informativa “Heat and health”, aconseja utilizar ventiladores únicamente cuando la temperatura ambiental esté por debajo de los 40 °C, pues a partir de esa cota pueden elevar la sensación de calor en lugar de aliviarla.
Además la humedad ambiental influye. Cuando la humedad es baja, el ventilador resulta más eficaz porque acelera la evaporación del sudor en la piel, lo que favorece el enfriamiento natural del cuerpo y proporciona una sensación de frescor.

En cambio, si la humedad es alta, el efecto del ventilador se reduce notablemente ya que en estos casos el aire ya está muy cargado de vapor de agua, lo que dificulta la evaporación del sudor. En estas condiciones, el ventilador simplemente mueve el aire caliente y húmedo, pero no logra el mismo alivio y puede dar una sensación pegajosa o incluso agobiante.
Un consumo muy bajo
Lo que sí conviene tener en cuenta es que un ventilador de techo es un dispositivo muy eficiente desde el punto de vista energético, con un impacto mínimo en la factura eléctrica mensual. De hecho, en su momento calculé cuánto me costaría utilizar un ventilador de techo todas las noches durante tres meses de verano, y el gasto resultaba insignificante, muy por debajo del gasto que supone el uso de un aire acondicionado.
Imagen portada | Leroy Merlin
En Xataka SmartHome | Dormir toda la noche con el ventilador encendido parece una gran idea. La realidad es muy distinta
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