Aunque los áticos se llevan la palma, en mi caso hay habitaciones orientadas al sur y al oeste que reciben sol desde mediodía. En invierno es un lujo, pero en verano se convierte en un horno. Además, el edificio tiene ya unos cuantos años. Es de 1974, y aunque durante la reforma invertimos en mejorar el aislamiento, no se puede comparar con una construcción moderna con fachadas dotadas de envolvente térmica.
Esta situación me ha llevado a enfrentarme a un problema muy común en verano: el calor se acumula con tal intensidad que, en muchas ocasiones, la temperatura dentro de casa alcanza e incluso supera los 30 °C. Vivir así se hace complicado: el calor convierte el día a día en todo un reto, especialmente cuando trabajo desde casa o intento descansar por la noche, ya que la temperatura tarda mucho en bajar.
Por su orientación, se traduce en unas mañanas a la sombra y un sol intenso a partir del mediodía. Y dado que el sol sigue incidiendo hasta prácticamente ponerse, las paredes y muros cogen unas calorías que se van liberando poco a poco. Esto se traduce en una temperatura más alta por la noche, lo que provoca problemas incluso para dormir.
A lo largo del tiempo, he probado distintas soluciones para combatir el calor: desde todo tipo de ventiladores, el empleo del aire acondicionado, hasta la utilización de un difusor de humedad. A esto se suma el uso intensivo de toldos, estores e incluso de las cortinas. Pese a todo lo anterior, debo admitir que no todas las estrategias puestas en práctica han resultado realmente eficaces. Y eso, cuando la temperatura comienza a subir hasta acercarse peligrosamente a los 30° C es peliagudo.
Ventiladores y purificadores de aire

He probado varios modelos (incluido uno sin aspas), pero al final los ventiladores solo mueven aire caliente. No refrescan realmente la habitación, así que el alivio que proporcionan es bastante limitado. Y es que los días en mi piso se hacen especialmente insoportables en verano por la cantidad de horas de luz directa del sol que soporta.
La mejor opción, en mi experiencia, son los ventiladores de techo. Sin embargo, cuando la temperatura interior alcanza los 30 °C o más, dejan de ser eficaces. Por suerte, en mi ciudad no hay demasiada humedad, porque en esas condiciones su rendimiento sería aún peor.
Por lo tanto y aunque en principio puede parecer efectivo, si hace demasiado calor el aire que termina moviendo es caliente, por lo que prácticamente termino desechando el uso del ventilador hasta que llega la noche y la temperatura baja ligeramente. Además, no me gusta dejar el ventilador encendido toda la noche porque el aire directo acaba causándome molestias musculares al despertar.
Aire acondicionado clásico tipo split

Es uno de los más efectivos, al menos al principio. Usar el aire acondicionado, ya que, aunque no es la opción más barata, sí es la más eficaz y no supuso un gasto extra porque ya estaba instalado.
Sin embargo, no me gusta recurrir a él porque me provoca congestión nasal tras varias horas de uso y otros problemas musculares por el uso prolongado al dormir. Además, pese a contar con buenos cierres en casa, el frío se pierde pasado un tiempo una vez se apaga el aparato.
Aires acondicionados portátiles
Esta ha sido una de las decepciones que me he llevado. Los modelos de aires acondicionados portátiles económicos no son eficaces (ya conté mi experiencia con uno de bajo coste), y los que realmente enfrían no son nada baratos y siempre serán menos eficientes que los sistemas con split. Por no hablar del ruido que generan, que los hace poco soportables.
El primer año probé el aire acondicionado portátil de un familiar. Aunque conseguí bajar 3 °C la temperatura, el aparato era muy ruidoso y requería sellar la ventana para colocar el tubo. Por eso dejé de considerarlo una solución viable, a pesar de que se puede mover gracias a sus ruedas.
Humidificadores

Revisando el trastero, encontré un viejo dispositivo de enfriamiento por agua, similar en apariencia a una antigua unidad exterior de aire acondicionado. Funcionaba llenando un depósito de agua y activando el modo “dry” para generar una corriente de aire ligeramente más fresca.
Aunque debo admitir que ofrecía cierto alivio y era más efectivo que aquel aire acondicionado barato que probé en su momento, con el paso del tiempo la diferencia con un ventilador convencional sin depósito no fue tan significativa. Incluso añadiendo hielo al agua, el efecto refrescante se desvanecía rápidamente debido a las altas temperaturas.
Métodos pasivos

Lo más efectivo que aplico es recurrir a estrategias clásicas como cerrar ventanas y bajar persianas durante el día, sobre todo antes de que el sol apriete con fuerza. Y ventilar, siempre ventilar. Estas medidas, aunque ayudan, no bastan por sí solas para mantener la casa fresca.
Siempre que tengo ocasión, procuro crear corrientes de aire cruzado, aprovechando que una de las habitaciones da a un patio interior, donde la temperatura suele ser algo más baja que en la calle. Esto ayuda a refrescar mínimamente el ambiente, sobre todo en las horas menos calurosas.
Toldos, persianas y estores

El uso de toldos y cortinas también forma parte de las medidas pasivas para reducir el calor en casa, pero no resultan del todo eficaces cuando fuera se pasa de 40º C. Los toldos de brazos articulados no bloquean el sol cuando está bajo, lo que hace que las paredes sigan calentándose.
Las cortinas plisadas y estored permiten algo de ventilación nocturna, pero durante el día dejan pasar el calor si se intenta generar corriente. Al comprobar que estos métodos no son suficientes, se optó por probar alternativas como ventiladores, humidificadores y aire acondicionado
El truco barato
Una de las estrategias más efectivas que aplico es algo muy sencillo: enfriar el cuerpo desde dentro. Más allá de una ducha, lo que realmente me funciona es llenar un cubo grande con agua fría, sentarme y sumergir los pies y las muñecas durante unos minutos. El alivio es casi inmediato, ya que en esas zonas la sangre se enfría con rapidez, y la sensación de frescor se extiende poco a poco por todo el cuerpo.
Con todo lo anterior, tengo que concluir que, cuando llega el verano, acabo recurriendo a una mezcla de soluciones. Ningún sistema por sí solo resulta completamente eficaz, así que combino distintas estrategias para sobrellevar el calor de la mejor manera posible a lo largo del día.
En un primer momento, aplico medidas pasivas para proteger la casa de la exposición solar directa. Después, recurro a ventiladores —tanto convencionales como con función de humidificación— y al aire acondicionado, con el fin de lograr un ambiente más confortable y mantener la temperatura interior dentro de un rango agradable.

Los toldos ofrecen protección, pero al tener mala orientación, la exposición solar es tan intensa que los rayos de sol terminan entrando, reduciendo su eficacia. Además, cuando sopla el viento con fuerza, es necesario recogerlos.
Las persianas y cortinas ayudan a bloquear la entrada directa de luz, aunque no impiden que las paredes acumulen calor. Al tratarse de ventanas abatibles, tampoco aíslan por completo.
He utilizado ventiladores con humidificador y depósito de agua, pero cuando las temperaturas suben, el alivio que proporcionan desaparece rápidamente. Lo mismo ocurre con los ventiladores convencionales: funcionan mientras el aire no es demasiado cálido, pero pierden eficacia al superar los 30 °C.
El sistema de aire acondicionado, distribuido por splits en varias habitaciones, es sin duda el método más eficaz para combatir el calor. Para optimizar su rendimiento, lo complemento con ventiladores de techo: configuro el aire a 26 °C y mantengo el ventilador a la velocidad más baja. De este modo, se favorece una mejor distribución del aire fresco y se prolonga la sensación de confort sin necesidad de forzar el equipo.
En Xataka SmartHome | Usé un "aire acondicionado portátil" de 36 euros para intentar refrescarme en la ola de calor. Este fue el resultado
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