Con la llegada del invierno y la bajada de las temperaturas, hay un elemento de la casa que puede sufrir más de lo que imaginamos: los muebles. Es algo a lo que no solemos prestar demasiada atención, pero con un mantenimiento mínimo podríamos evitar muchos problemas. Por eso merece la pena entender cómo afecta el frío al mobiliario del hogar.
El mobiliario, especialmente el de madera, es muy sensible al frío, al calor y, sobre todo, a los cambios bruscos entre ambos. Las variaciones constantes de temperatura pueden provocar daños serios: grietas, deformaciones o pérdida de brillo. Por eso es importante conocer qué puede ocurrir y qué podemos hacer para evitarlo.
Los contrastes térmicos son muy habituales en un país como el nuestro, donde pasamos del frío intenso al calor en cuestión de horas o días. En invierno, además de las bajas temperaturas, entra en juego la humedad y el uso de la calefacción, una combinación que puede afectar todavía más a los muebles si no tomamos algunas precauciones.
Los más afectados
Como cuentan en Mapfre, los materiales más afectados son la madera y el metal y para alargar su vida útil, lo mejor es poner en práctica una serie de consejos básicos. Los especialistas dan trucos para cuidar los muebles
En el caso de la madera, la exposición directa al sol degrada la lignina —la sustancia que le da color y firmeza—, lo que provoca pérdida de brillo y aclaramiento. Además, las variaciones térmicas rápidas pueden hacer que la madera se contraiga o se expanda de forma desigual, generando grietas, deformaciones o ese efecto de “abombamiento” tan típico cuando una parte se curva más que otra.
Si usas radiadores, cuidado. Los muebles de madera pueden deformarse o perder color si se exponen a altas temperaturas. Por eso es importante alejarlos de radiadores, de estufas, chimeneas de fuego y de las salidas de aire caliente.
En el caso de muebles con acabados lacados o brillantes, los especialistas apuestan por un mantenimiento más fino y aconsejan limpiarlos con paños suaves y húmedos, evitar productos abrasivos, y no apoyar objetos calientes directamente para evitar marcas permanentes.
Los muebles metálicos tampoco se libran. Las temperaturas altas pueden deformarlos y las muy bajas pueden hacer que pierdan resistencia. Si a esto se suma la humedad producida por los contrastes térmicos, aparece el riesgo de oxidación o corrosión, sobre todo en piezas que no tienen una buena protección en la superficie.
Mención aparte merecen los muebles de exterior de fibras sintéticas, de resinas y de plástico. Cómo explican aquí, los primeros necesitan poco mantenimiento, pero si incluyen cojines no impermeables conviene guardarlos en invierno para evitar humedades. El resto de la estructura solo requiere limpiezas periódicas para eliminar humedad y restos orgánicos. Los muebles de plástico y resina apenas necesitan cuidados: son impermeables y basta con limpiarlos regularmente.
Cómo evitar daños
Para evitar estos daños se pueden aplicar varias medidas prácticas. Una de las más importantes es mejorar el aislamiento de la vivienda para mantener la temperatura y la humedad lo más estables posible.
Esto incluye revisar ventanas, puertas y muros, instalar burletes y apostar por dobles acristalamientos que reduzcan las corrientes de aire. Los expertos también aconsejan aplicar tratamientos protectores en los muebles: en el caso del metal, por ejemplo, utilizar pinturas antioxidantes.
No hay que pasar por alto lo importante que resulta controlar la humedad interior, que idealmente debería situarse alrededor del 40 %. Mantener ese equilibrio ayuda a que materiales como la madera no se deformen ni se agrieten y contribuye a prolongar la vida útil de todos los muebles del hogar.
Incluso en el caso de los muebles de exterior como pueden ser los de terraza, aunque estén diseñados para resistir, el invierno exige cuidados extra. Por ejemplo es aconsejable cubrirlos con fundas impermeables, guardarlos en lugar cubierto, aplicar tratamientos protectores (en madera) o antioxidantes (en metal), y guardar los cojines en el interior.
Aunque haga más frío, la luz solar directa puede dañar los muebles, especialmente los de madera, provocando que se aclaren o pierdan color si están expuestos durante mucho tiempo.
Foto de portada | Kam Idris en Unsplash
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