Jose Antonio Carmona
Editor SeniorSi cocinas a menudo, seguro que te ha pasado más de una vez: estás en la cocina con las manos mojadas, llenas de harina o de grasa, y necesitas encender la luz bajo los muebles… justo cuando menos apetece tocar un interruptor. Y ojo, porque hablo de la esta zona de la casa, pero esto se puede aplicar prácticamente a cualquier habitación de la casa. Estamos muy acostumbrados a pulsar un interruptor, pero hoy en día existen alternativas mucho más cómodas y funcionales.
En casa ya no todo pasa por las lámparas de siempre. Actualmente hay soluciones de iluminación sencillas, económicas y muy eficaces para iluminar zonas concretas sin tocar nada y, de paso, mejorar mucho el aspecto del espacio. La cocina suele ser uno de los puntos más conflictivos —hay azulejos y hacer agujeros para añadir puntos de luz no siempre es lo ideal—, pero no te preocupes. Hay una combinación que suele funcionar a la perfección: tiras LED, perfiles de aluminio y sensores de proximidad. A continuación te cuento qué opciones hay y por qué merece la pena apostar por ellas.
La tira LED es la base de todo
Las tiras LED se han convertido en la opción más habitual para iluminar casi cualquier rincón de la casa: desde techos y rodapiés hasta muebles, estanterías o cabeceros. Y, por supuesto, la cocina no es una excepción. Son perfectas para colocarlas bajo los muebles altos y tienen muchas ventajas: apenas se calientan, consumen muy poco, ofrecen una buena cantidad de luz y se adaptan sin problema a cualquier espacio. Eso sí, conviene tener claro que no todas las tiras LED son iguales.
En mi caso, cada vez que he instalado tiras LED en distintas zonas de casa me he parado a informarme bien sobre los tipos que existen en el mercado. De hecho, en casa conviven tiras LED tradicionales, en las que se aprecian los puntos de luz, y otras más modernas, como las tiras LED COB (Chip On Board), que ofrecen un acabado muy distinto y que merece la pena conocer antes de decidirse.
A diferencia de las tiras LED tradicionales, en las que se ven claramente los “puntitos” de cada LED, las COB ofrecen una línea de luz continua, sin cortes ni sombras gracias a que los chips LED están muy juntos y cubiertos por una capa continua de fósforo lo que hace que la luz salga como una línea continua.
El resultado es mucho más elegante y profesional, sobre todo si la tira queda a la vista. Y en la cocina y en el día a día se nota: la encimera se ve mejor iluminada, no hay zonas oscuras y la luz es más agradable para cocinar o limpiar.
En este punto quiero hacer una advertencia, porque es un error muy común —en el que yo mismo caí en su momento— confundir este tipo de tiras LED con las de neón. Y no, no son lo mismo. La tira LED neón (o neon flex) es otra historia: en este caso, los LED van alojados dentro de una cubierta gruesa de silicona o PVC que difumina mucho la luz y crea un efecto visual similar al neón tradicional. Son ideales para crear decoración.
Perfiles de aluminio, pequeños, pero importantes
Imagen | Lámpara.es
Las tiras LED son la base de este tipo de iluminación, pero no son el único elemento a tener en cuenta. Aunque muchas pueden pegarse directamente al mueble, lo más recomendable es instalarlas dentro de perfiles de aluminio. Y no, no es solo una cuestión estética.
En mi caso, cuando pregunté por la instalación, en la tienda donde compré los muebles de cocina me aconsejaron usar este tipo de perfiles. La razón es sencilla: ayudan a disipar el calor que generan las tiras LED —aunque sea poco, existe— y, además, al tratarse de una zona como la cocina, protegen la tira del polvo y la grasa. A todo esto se suma que el resultado final es mucho más limpio y profesional.
Eso sí, aquí viene la parte en la que hay que elegir bien. En el mercado hay perfiles de muchos tipos: de superficie, empotrables o en ángulo, pensados para iluminar la encimera de forma eficaz sin deslumbrar. Optar por uno u otro dependerá del tipo de mueble y del efecto que quieras conseguir, pero la diferencia frente a una tira “pegada sin más” se nota… y mucho.
Sensores de proximidad: adiós al interruptor
Aquí está el verdadero salto en comodidad. Los sensores de proximidad o de gesto permiten encender y apagar la luz simplemente pasando la mano cerca, sin tocar nada. De hecho, ya conté cómo instalé uno en el pasillo y lo práctico que resulta en el día a día.
En la cocina este sistema es aún más útil. Es una zona donde solemos tener las manos mojadas, con restos de comida o grasa, y gracias al sensor te ahorras tocar el interruptor, ensuciarlo y luego tener que limpiarlo. Al final, es una solución mucho más cómoda y limpia.
Hoy en día hay sensores de muchos tipos: algunos muy discretos que se integran en el propio perfil de aluminio, otros que quedan ocultos detrás del mueble y también modelos en forma de pequeños módulos independientes. La elección depende del gusto personal, de cómo funcione cada sensor y, sobre todo, de que se adapte bien a lo que necesitas en casa.
No todo iba a ser positivo. El principal inconveniente que yo, al menos, le encuentro a este tipo de instalaciones es que suelen necesitar un enchufe cerca, salvo en el caso de tiras LED que funcionan con batería, algo poco habitual en modelos más grandes o potentes. Y claro, si no hay un punto de enchufe cercano, sacar uno nuevo en la cocina no siempre es sencillo, sobre todo porque las paredes suelen estar cubiertas de azulejos.
A esto se suma que, en muchos casos, también hay que hacer algún agujero en los muebles de la cocina para pasar cables o colocar los perfiles. Y esto no siempre apetece, especialmente cuando hemos invertido bastante dinero en el mobiliario y no queremos estropearlo.
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