Las freidoras de aire se han convertido en un electrodoméstico muy popular en las cocinas actuales. Ofrecen una forma de cocinar más saludable y con menos consumo de aceite. Aunque pueden parecer aparatos sencillos, su buen mantenimiento requiere prestar atención a ciertos detalles que, en mi caso, pasaban desapercibidos. Ahora me doy cuenta del error que cometía.
Llevo tiempo utilizando una freidora de aire y, con el uso, he ido descubriendo trucos para sacarle más partido, accesorios que mejoran las recetas y, también, errores que cometía y que poco a poco he ido corrigiendo. No obstante, en lo que respecta a la limpieza, hay un detalle clave que influye en su rendimiento y durabilidad, y que hasta hace poco pasaba por alto.
Fundamental para que dure más

Limpiar los restos de comida tras cada uso y seguir una rutina de mantenimiento adecuada es esencial para evitar la acumulación de suciedad. Esto previene fallos en el funcionamiento y prolonga la vida útil del aparato. Sin embargo, dentro de esa rutina hay un paso que muchos descuidamos —yo incluido— y que descubrí recientemente: la limpieza de la resistencia.

Mi hábito habitual tras cada uso era limpiar únicamente el cesto, eliminando los restos de comida adheridos para evitar que se formaran incrustaciones con el tiempo. Pero no prestaba atención a la resistencia, una parte fundamental del aparato.
La resistencia es el componente encargado de generar el calor que permite cocinar los alimentos. Si no funciona bien o acumula demasiada suciedad, puede provocar sobrecalentamientos o incluso causar daños irreversibles en la freidora. Para limpiarla con seguridad, lo primero que hago es apagar y desenchufar el aparato, y asegurarme de que tanto la resistencia como la freidora estén completamente frías.

Una vez comprobado que ya no conserva calor, retiro el cesto y la bandeja o recipiente, y los limpio como de costumbre (en este paso no hay variaciones). A continuación, coloco la freidora boca abajo para acceder mejor a la resistencia. Según el modelo, esta parte puede ser más o menos fácil de alcanzar. Si no tienes claro dónde se encuentra exactamente la resistencia, lo más recomendable es consultar el manual del fabricante.

Siguiendo las recomiendaciones de Philips, lo que suelo hacer es limpiar la resistencia con una esponja suave, no abrasiva, ligeramente humedecida en agua caliente. Es fundamental asegurarse de que no gotea y no utilizar ningún tipo de detergente.
Si hay restos incrustados, uso un cepillo de cerdas blandas o medias para frotar con cuidado. Es importante evitar utensilios metálicos o demasiado rígidos, ya que podrían dañar la resistencia. Para finalizar, paso un paño absorbente por todo el interior del aparato para eliminar cualquier rastro de suciedad o humedad.
Una vez completada la limpieza, solo queda colocar de nuevo la freidora en posición normal y dejarla reposar unos minutos para asegurarse de que todo esté completamente seco. Después, coloco el cesto y la bandeja en su sitio, conecto la freidora y la pongo en funcionamiento unos minutos sin alimentos; esto ayuda a eliminar cualquier posible residuo que pudiera haber quedado suelto.
Imagen portada | Philips
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