Mucha gente llama "Silestone" a todo y puede ser la diferencia entre que quemes tu encimera nueva con una sartén o no

A menudo metemos todo en el mismo saco, y hay encimeras que aguantan 1.200 grados y otras ni 200

Encimera
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Antonio Sabán

Director

Estás terminando de marcar un chuletón a fuego fuerte. Tienes prisa por servir, retiras la sartén del fuego y, sin pensarlo mucho, la apoyas en la encimera. Total, piensas que es de piedra así que debería aguantarlo todo. Luego la levantas y hay algo inesperado: un círculo perfecto de un color amarillento o blanquecino que no se con nada del mundo. Has marcado tu cocina porque pensabas que tenías una encimera de un material que no tienes. Y ni la mejor iluminación va a ayudar.

Ese cerco quemado es el resultado directo de una confusión que sale cara: asumir que Silestone es sinónimo de encimera dura, igual que llamamos Kleenex a cualquier pañuelo de papel. El problema es que es una generalización tan inexacta como peligrosa para la conservación del material.

El secreto del cuarzo: lleva resina y la resina es plástico. Cuando compras una encimera de cuarzo compacto, sea de la marca Silestone o de cualquier otra competencia, no estás comprando piedra sacada tal cual de la montaña y pulida. Estás comprando un producto industrial: un material compuesto que mezcla un porcentaje muy alto de cuarzo natural triturado, sobre el 90% o 95%, con un “pegamento”, la resina de poliéster.

Es la trampa que muchas veces no nos cuentan al elegir color: la resina es un polímero. Es decir, plástico. Como tal, tiene un punto de fusión relativamente bajo. Una sartén en la que acabas de freír carne puede superar los 200 grados. La resina que mantiene unida tu encimera no soporta esa temperatura. Al apoyar el metal hirviendo, la resina superficial se derrite. Así que, por desgracia, esa marca que hemos dejado no es suciedad, sino que hemos frito el pegamento de tu encimera.

Porcelanico

El porcelánico es mucho más resistente por su propio proceso. Las encimeras porcelánicas están en el otro extremo. Su proceso de fabricación no usa resinas ni pegamentos plásticos para unir las partículas. Lo que se hace es someter a minerales naturales a un proceso de sinterización. Meten la mezcla en un horno industrial a temperaturas muy elevadas, (por encima de 1.200 grados) y le aplican mucha presión para que se funda en una pieza.

Una encimera porcelánica es piedra sintetizada que ya ha soportado en su nacimiento temperaturas mucho más altas que las que tu vitrocerámica puede generar. Por eso, si apoyas esa misma sartén a 200 grados sobre un porcelánico, no hay efecto negativo para la superficie. No hay resina que quemar ni plástico que derretir. Es material inerte que aguanta el fuego directo, las ollas hirviendo y hasta que intentes flambear algo encima si te vienes arriba.

La prueba del algodón. El problema es que a simple vista, sobre todo con los acabados modernos que imitan mármoles o cementos, es muy difícil distinguir uno de otro si no eres un experto. Mucha gente tiene cuarzo en casa pensando que es porcelánico. Y ojo, tiene tiene ventajas, como una resistencia brutal a los golpes y una baja porosidad que evita manchas, pero su talón de Aquiles es el calor.

Si no tienes la factura a mano, o no puedes contactar con el fabricante o los instaladores y no sabes qué material tienes bajo las manos, no juegues a la ruleta rusa con tu fianza o tu inversión. La única forma segura de operar en una cocina moderna si tienes dudas es aplicar la ley del miedo: asume siempre que tienes cuarzo. Para protegerlo, lo mejor es comprar salvamanteles, usa tablas de madera y nunca, bajo ningún concepto, apoyes cacharros recién salidos del fuego directamente sobre la superficie. Como alternativas, los fuegos sin uso de la vitrocerámica siempre son un buen lugar para apoyar elementos muy calientes. También el propio horno, aunque no sea tan cómodo. 

Imagen | Jason Briscoe en Unsplash, generada por IA

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