En cuanto hace un poco de viento la temperatura en casa se desploma: cómo evitarlo para no tener que gastar más calefacción

Es un problema muy habitual en viviendas antiguas, pero que tiene fácil solución una vez lo hemos encontrado

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Paco Rodríguez

Editor Senior

Un problema muy habitual en algunas viviendas lo encontramos cuando hay viento en el exterior y, aunque no haga mucho frío fuera, este aire parece hacer desplomar la temperatura dentro de casa.

Da igual que tengamos puesta la calefacción del tipo que sea, ni los equipos eléctricos, estufas de leña, pellets o gas funcionan tan bien como otras veces, teniendo que recurrir a subir el termostato varios grados para no pasar frío dentro de casa. ¿Qué está pasando?

Una cuestión de aislamiento

aislamiento

El motivo más habitual para esta bajada de la temperatura en cuanto hay viento fuera es que tenemos algún problema de aislamiento en nuestra vivienda,  ya sea en todas o algunas de las ventanas y/o puertas que dan al exterior.

Esto hace que cada vez que hay aire fuera, el frío se colará con diferentes niveles de presión dentro de casa haciendo que baje rápido la temperatura y que la calefacción no dé abasto. Es algo que puede comprobarse fácilmente con el truco del mechero o la cerilla que vimos en su día y que nos permite conocer por dónde está entrando el frío en la vivienda.

¿Cómo podemos evitar este problema? Lo ideal sería poder cambiar ventanas y puertas por modelos con mejor capacidad de aislamiento, algo que a la larga nos permitirá ahorrar considerablemente en calefacción y aire acondicionado,  pero que también supone un gran desembolso económico y requiere planificación y tiempo.

Si queremos una solución más rápida, lo que sí podemos hacer es apostar por mejorar la estanqueidad de la vivienda, de los perfiles y cierres de las ventanas, puertas y persianas.

puertas

Una vez localizadas las fugas de aire es momento de tratar de taparlas. Para ello podemos recurrir a los socorridos burletes y bajopuertas. Se trata de bandas de plástico, goma o similares que se colocan en los bordes de los elementos estructurales sellándolos de forma más hermética y evitando filtraciones de aire.

Si nuestro problema es que el marco de la puerta o ventana no está perfectamente sellado con respecto a la pared donde está instalado y hay rendijas bien visibles, entonces tendremos que recurrir bien a algún tipo de silicona líquida para cerrar los huecos en el caso de que el hueco sea muy pequeño (menos de un centímetro), o bien a algún material tipo yeso o cemento que soporte mayores grosores de la grieta.

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Conviene también vigilar los tambores externos de las persianas, en el caso de que los tengamos, ya que suele ser uno de los puntos más débiles de nuestro aislamiento originando corrientes de aire que muchas veces no sabemos de donde vienen. Si la persiana es muy antigua y está en malas condiciones probablemente cuando la cerremos no lo hará completamente y no impedirá que entre el aire frío durante la noche.

Conviene revisarla y en su caso cambiar las lamas que estén mal o toda por completa por un modelo más nuevo fabricando con materiales más modernos que ofrecerán un mejor aislamiento térmico y acústico.

En cuanto al tambor, si es antiguo y no cuenta con un cajón con aislamiento reforzado suele ser una de las principales entradas de aire a las viviendas si no está bien asilado, ya que ofrece una puerta de comunicación directa con el exterior.

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En estos casos y si no podemos sustituirlo por completo sí podemos tratar de utilizar algún aislante de espuma en láminas o en rollos para intentar mejorar su aislamiento. También conviene que revisemos que la tapa que da al interior, generalmente de madera o plástico, está bien atornillada y no quedan rendijas por las que se cuela el aire.

Imagen portada | PxHere

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