He llenado la casa de termómetros durante varios días y todos me preguntaban para qué: han sido el GPS de mis radiadores

Llega el momento de encender la calefacción y, para que sea lo más eficiente posible y también para lograr un ambiente confortable, encontrar la ubicación perfecta del termostato es algo fundamental. En casa uso muy poco la calefacción, pero antes de ponerla en marcha me he asegurado de encontrar el mejor sitio para el termostato.

En mi caso, se trata de un termostato inalámbrico y a pilas, por lo que puedo colocarlo en cualquier habitación de la casa para que regule la temperatura. Sin embargo, antes de elegir el lugar adecuado y siguiendo lo que me indicó el técnico de la caldera y tal y como cuentan desde las marcas de este tipo de aparatos (tado por ejemplo), me dediqué durante unos días a llenar la casa de termómetros: han sido el GPS perfecto para buscarle acomodo al termostato.

Evitando los extremos

Y es que puede pasar desapercibido, pero la importancia del lugar en el que se coloca el termostato (y también el radiador) es clave para que la calefacción funcione correctamente en casa: que sea eficiente y, al mismo tiempo, permita mantener un ambiente cálido y agradable. En mi caso, al ser inalámbrico, tengo la suerte de poder moverlo sin problema, y eso abre la puerta a probar hasta dar con el sitio ideal.

Pero antes de empezar a cambiarlo de sitio, conviene tener claras algunas ideas básicas que me recomendó el técnico. Algo que ya sabía es que el termostato debería estar en una estancia que represente bien la temperatura de la casa, normalmente el salón o la zona donde pasamos más tiempo. Yo siempre recomiendo colocarlo a la altura de los ojos, más o menos a metro y medio del suelo, y lejos de corrientes de aire o fuentes de calor. No tiene sentido colocarlo en una habitación en la que casi no paso tiempo.

Imagen | tado

Si lo sitúo en una habitación demasiado fría haré que la temperatura sea demasiado alta en otras habitaciones en las que paso más tiempo ya que será esa la que sirve para marcar los grados. El truco está en buscar un punto intermedio que refleje el confort general, no un extremo.

Y aquí es dónde entra en juego el truco de los termómetros. Aprovechando que tengo varios termómetros digitales, conectados y normales, los he usado repartidos por la casa. Colocar uno en el salón, otro en el dormitorio, alguno en el pasillo y otro en la habitación que suele ser más fría me ha ayudado mucho a entender cómo se reparte el calor. Lo ideal es dejarlos uno o dos días, con la calefacción funcionando con normalidad, y observar con calma y eso es lo que he hecho.

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Para mi experimento lo que hice fue distribuir varios termómetros por la casa, dejándolos funcionar con normalidad durante un tiempo, para que marcaran la temperatura real de cada habitación. Después y libreta y lápiz en mano, comparé los datos con calma para así tener clara la decisión. El mejor sitio para el termostato fue aquel donde la temperatura era más estable y coincidía con la sensación de confort que buscaba en casa. 

Imagen | He Gong en Unsplash

No hay un lugar único para todos. Por mi experiencia, el mejor sitio suele ser una zona central de la vivienda, bien comunicada con el resto de habitaciones y que no sea ni la más fría ni la más cálida. En muchas casas, sobre todo las más antiguas, el salón interior o un pasillo sin corrientes suele funcionar sorprendentemente bien. El mejor lugar es aquel en el que te olvidas del termostato, no tienes que estar tocándolo todo el rato y el confort se mantiene estable.

Hay ubicaciones que descarto directamente. Lo que tengo claro es que no lo pondría nunca cerca de una ventana o una puerta, encima de un radiador, en un pasillo con mucho tránsito o en la cocina. Tampoco es buena idea colocarlo donde le dé el sol directo. En todos esos casos, la temperatura que marca no refleja lo que realmente se siente en la vivienda.

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