Con la llegada del invierno empezamos a prepararnos para combatir las bajas temperaturas, pero hay un “damnificado” del que casi no hablamos: el aire que respiramos en casa. Con el frío es muy fácil pensar que no hace falta ventilar, y ese es un error bastante común. De hecho, los expertos insisten en que es importante airear la vivienda incluso en los meses más fríos.
A veces creemos que abrir las ventanas en invierno es contraproducente, pero es justo lo contrario y hasta en Europa lo tienen claro. Ventilar es necesario, solo que debemos hacerlo de una forma que no haga desaparecer todo el calor acumulado en el hogar. Por eso merece la pena saber cómo y durante cuánto tiempo debemos hacerlo para renovar el aire sin congelarnos.
Mantener una buena temperatura en casa y cuidar nuestra salud no están reñidos. El aire que respiramos forma parte de ese bienestar: si no ventilamos, el ambiente se carga, se “ensucia” y empiezan a acumularse bacterias, gérmenes y otros elementos que pueden afectar a nuestro día a día. Ventilar bien es un gesto sencillo que marca la diferencia.
Por qué hay que ventilar
Ventilar la casa con frecuencia es más importante de lo que parece, y hacerlo de forma regular tiene un impacto directo en nuestra salud y en cómo nos sentimos en el día a día. Cuando pasamos muchas horas en una habitación cerrada, el aire se va cargando de dióxido de carbono y de otros gases que generamos al respirar. Esa acumulación puede provocar cansancio, dolor de cabeza o esa sensación de “aire pesado” que todos hemos notado alguna vez. De hecho, varios estudios demuestran que aumentar la ventilación mejora claramente la salud respiratoria.
Además del CO₂, en casa se generan muchos otros contaminantes sin que nos demos cuenta. Cocinar, ducharse, usar productos de limpieza, tener mascotas o incluso ciertos muebles pueden liberar partículas, humedad y compuestos volátiles que irritan las vías respiratorias. En viviendas modernas —tan bien aisladas— estos contaminantes quedan atrapados si no renovamos el aire.
Una ventilación insuficiente también favorece la aparición de moho, ácaros y otras condiciones que pueden empeorar alergias o problemas respiratorios. Por ejemplo, un estudio realizado en residencias de mayores relaciona la falta de ventilación con peor salud respiratoria de sus habitantes. Aquí tienes la publicación:
Ventilar la casa no solo renueva el aire: también ayuda a mantener la humedad interior entre el 40 y 50%, el rango ideal para evitar sequedad en las mucosas o, por el contrario, problemas de moho y condensación. Además, abrir las ventanas permite eliminar malos olores tras cocinar, fumar o usar estufas. Y si dejamos entrar la luz del sol, esta actúa como un desinfectante natural, ayudando a higienizar las estancias sin necesidad de productos químicos.
Cuando hay que ventilar
Ventilar es fundamental para tener un aire más sano en casa, pero hacerlo en pleno invierno puede parecer una idea descabellada. La clave está en elegir bien el momento para renovar el aire sin dejar que la vivienda se enfríe más de la cuenta. En los meses fríos hay dos horarios especialmente recomendables:
- El primero es a primera hora de la mañana, cuando la casa suele estar más fresca porque hemos pasado la noche con la calefacción apagada o al mínimo. Así, el contraste térmico será menor y la pérdida de calor, también.
- El segundo momento ideal es alrededor del mediodía, cuando el sol calienta más y podemos aprovechar ese extra de temperatura que entra por las ventanas.
Un error habitual es dejar una ventana entreabierta durante mucho tiempo pensando que así evitamos que se escape el calor. En realidad, lo más probable es que no renovemos el aire de forma eficaz y, además, estemos perdiendo calor de manera continua. Es mucho mejor abrir las ventanas de par en par durante unos minutos, crear corriente y cerrar de nuevo. De esta forma, la casa se ventila rápido y apenas baja la temperatura.
Cuánto tiempo hay que ventilar
En la mayoría de casas funciona mejor una ventilación rápida y completa, abriendo puertas y varias ventanas para crear una corriente de aire intensa durante unos 10-15 minutos. Después, basta con cerrar todo y volver a encender la calefacción en esa estancia si es necesario. Este método renueva el aire enseguida y evita que la vivienda se enfríe demasiado.
Si queremos acelerar todavía más el proceso, podemos apoyarnos en ventiladores u otros sistemas que empujen el aire hacia fuera. Esto permite tener las ventanas abiertas menos tiempo, aunque implica gastar un poco de electricidad.
Hay habitaciones donde ventilar es especialmente importante. La cocina acumula olores, humo y vapor cuando cocinamos, así que conviene renovar el aire tanto durante como después de usar los fogones. Si tenemos una campana extractora en buen estado, la tarea será mucho más rápida y efectiva.
Otra zona delicada es el baño, donde tras ducharnos con agua caliente se concentra mucha humedad en paredes, techo y muebles. En este caso es mejor abrir la ventana justo después de la ducha para evitar la aparición de moho. Y si no queremos que se escape el calor del resto de la casa, podemos mantener la puerta del baño cerrada mientras ventilamos.
Ventilar mejora la calidad del aire que respiramos y nos hace sentir mejor: reduce la fatiga, la somnolencia y la sensación de ambiente cargado. No hace falta mucho tiempo; abrir las ventanas unos minutos varias veces al día suele ser suficiente. Incluso en invierno, una ventilación rápida ayuda a renovar el aire sin perder demasiado calor.
En Xataka SmartHome |
Ver 0 comentarios