Por increíble que parezca, beber agua helada cuando tienes calor no es una buena idea: esto es lo que dicen los médicos

  • Beber agua demasiado fría puede producir un choque térmico en nuestro organismo que provocará lo contrario a lo que buscamos

  • Tampoco es bueno ducharse con agua fría cuando tenemos calor y los médicos dicen qué es lo correcto

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Jose Antonio Carmona

Editor Senior

Estamos de acuerdo en que uno de los métodos más efectivos para combatir el calor es mantenerse bien hidratado. Beber agua es esencial, pero hay un aspecto que conviene tener en cuenta y sobre el que los expertos insisten: consumir agua excesivamente fría o helada no es lo más recomendable.

Cuando el calor aprieta, todos sentimos la tentación de refrescarnos con una bebida bien fría, y el agua suele ser la opción más saludable. Sin embargo, aunque resulte muy apetecible, los especialistas coinciden en que beber agua demasiado fría en esos momentos no es lo más adecuado .

Tener una botella de agua en el congelador o recurrir a los cubitos de hielo para tomar un vaso bien frío puede parecer una solución perfecta frente al calor. Sin embargo, la realidad es bien distinta. No es una creencia popular sin base, sino que lo respaldan los estudios científicos más recientes.

Beber agua helada: un error común

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Es habitual que cuando hace calor, muchos pensemos que beber agua muy fría, casi helada puede ser el mejor remedio para combatir las altas temperaturas. Y sin embargo, pese a que en un principio la sensación pueda ser agradable, el efecto real y a largo plazo es engañoso.

Ante un golpe de calor y según recomiendan desde la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), es fundamental reconocer los síntomas: “El golpe de calor es una emergencia médica caracterizada por la elevación de la temperatura corporal central por encima de 40°C y alteraciones del sistema nervioso central consecuencia del fallo agudo del sistema regulador de la temperatura corporal. Se produce típicamente en ambientes calurosos, afectando tanto a jóvenes que realizan actividades físicas intensas en condiciones de altas temperaturas y concentración de humedad (60-70%), como a ancianos, con o sin comorbilidades, durante las olas de calor ”.

En situaciones de calor extremo, recurrir al agua casi helada puede ser contraproducente. Esto se debe a que, al llegar al estómago, el líquido tan frío provoca un pequeño choque térmico. Y si hemos realizado una comida copiosa puede ser peor. El cerebro interpreta que la temperatura interna ha descendido de forma repentina y, como respuesta, reduce mecanismos naturales de refrigeración, como la sudoración, que es la principal vía del cuerpo para disipar el exceso de calor. Como consecuencia, el organismo no logra enfriarse de manera efectiva y, en algunos casos, incluso puede percibirse una mayor sensación de sofoco.

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Según los expertos, la forma más correcta y segura a la vez que eficaz para rehidratarse cuando hace calor es consumir agua a temperatura ambiente o fresca pero no helada. Incluso se puede optar por una una bebida templada, ya que como comprobaron en un experimento de la BBC, también puede estimular la sudoración y mejorar la termo-regulación.

En esta línea opina en La Vanguardia, Guadalupe Blay, responsable del Área de Nutrición de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia: “Yo no recomendaría beber agua fría en verano”. Además, en un artículo publicado en el SEMG, recomienda el agua antes que cualquier otro líquido. La mejor forma de hidratarse a través de la bebida es con el agua, según la doctora, quien desaconseja los refrescos, tan frecuentes en verano, porque “suelen tener mucho azúcar y, en concreto, los que contienen un 10% o más de azúcares provocan más sed a la larga”.

Un estudio llevado a cabo en el International Journal of Clinical and Experimental Medicine determinó que la temperatura idónea para beber agua es de 16 grados. Es la temperatura a la que suele salir del grifo.

Beber líquidos muy fríos puede causar molestias digestivas y obliga al cuerpo a gastar más energía para recuperar su temperatura. Por eso, los expertos aconsejan consumir agua a temperatura ambiente o ligeramente fresca, e incluso bebidas calientes, ya que favorecen la sudoración y ayudan a liberar el calor acumulado.

Dicho todo esto, puede parecer que hay discrepancias. Aunque hay expertos como Paloma Gil, doctora especialista en nutrición y endocrinología que opinan que: “Es bueno tomar agua fría porque ayuda a rebajar la temperatura del cuerpo. Deberías tomarla congelada o directamente nitrógeno para que te hiciera daño”, deja claro que es el agua helada la que puede perjudicar a la salud, no el agua fría.

La importancia de estar hidratado. Esto no quiere decir que no se tenga que beber agua. Todo lo contrario. De hecho desde la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), se recomienda a las personas mantenerse bien hidratada, bebiendo agua de forma regular aunque no se perciba sed, y evitar la exposición directa al sol durante las horas más calurosas del día, especialmente entre las 12 y las 18 horas. Estas y otras medidas ayudan a prevenir los golpes de calor cuando las temperaturas son especialmente altas.

Las duchas con agua muy fría tampoco son buenas

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Es lo que opina Adam Taylor, profesor de anatomía en la Universidad de Lancaster (Reino Unido) en un artículo publicado en The Conversation. Pese a tratarse de una costumbre, muy extendida (el recurrir a la ducha fría cuando el calor es sofocante), el efecto que provocará es el contrario al deseado.

“Si nuestro núcleo se mantiene a una temperatura alta durante demasiado tiempo (alrededor de 39-40 °C), puede provocar daños en los órganos”.

La sudoración es el principal mecanismo del cuerpo para regular la temperatura cuando el aire supera la temperatura corporal, y permite perder alrededor del 22 % del calor. El resto se disipa mediante convección y conducción al entorno.

El problema de ducharse con agua demasiado fría es que provoca la contracción de los vasos sanguíneos de la piel, lo que reduce la circulación sanguínea en la superficie y dificulta la eliminación del calor acumulado. Como resultado, ese calor permanece en el interior del cuerpo, cerca de los órganos vitales.

En otras palabras, la exposición repentina al agua muy fría desencadena un choque térmico que impide un enfriamiento eficaz y obliga al corazón a trabajar más, aumentando la resistencia vascular. Esto puede elevar la presión arterial y, en personas vulnerables, incrementar el riesgo de sufrir accidentes cardiovasculares.

Al igual que con el consumo de agua muy fría, lo más recomendable es optar por duchas con agua templada, que permiten al organismo reducir su temperatura de forma gradual y sin provocar reacciones bruscas.

Ventiladores: no siempre son el mejor aliado

Ventilador

El ventilador es el recurso estrella del verano, pero no siempre es tan útil como creemos. En climas muy calurosos y secos, este aparato acelera la evaporación del sudor, lo que puede provocar deshidratación si no se compensa bebiendo suficiente agua. Además, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que, cuando la temperatura ambiente supera los 35 °C, deja de ser efectivo para prevenir problemas relacionados con el calor.

Métodos que sí funcionan

En este sentido hay remedios caseros que recomiendan los expertos, algunos de los cuales ya vimos como por ejemplo sumergir pies o manos en agua fresca. Una práctica que permite bajar la temperatura corporal central sin causar un impacto brusco en el organismo.

Foto de portada |Giorgio Trovato en Unsplash

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