Lo que nadie te cuenta sobre el uso del toldo: así evitarás que se desgaste antes de tiempo

Usar así el toldo, invirtiendo las caras, aporta varias ventajas, especialmente en toldos sin cofre

Toldo
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Jose Antonio Carmona

Editor Senior

El toldo es uno de los elementos clásicos para proteger nuestro hogar del calor y de los rayos del sol. Sin embargo, también es una de las partes más expuestas a condiciones climatológicas adversas, por lo que requiere ciertos cuidados. En casa seguimos un consejo muy útil que nos dio el instalador cuando lo colocamos, y la verdad es que se nota.

Nuestro toldo lleva casi diez años instalado y, pese a soportar la exposición directa al sol durante el verano y a la lluvia y humedad en invierno, sigue prácticamente como el primer día. Todo gracias a un pequeño truco que nos recomendó el técnico y que hemos mantenido desde entonces.

Dura más y en mejor estado

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Cuando lo instalamos optamos por un modelo tradicional. En aquel momento los toldos con cofre empezaban a popularizarse, pero su precio era demasiado elevado. Así que elegimos uno cuya lona queda expuesta cuando está recogido.

Esto implica que, tanto abierto como cerrado, la tela queda a la intemperie, lo que acelera su desgaste. Es habitual que acabe perdiendo color, aparezcan manchas o se deteriore, sobre todo si permanece cerrado durante todo el invierno.

Para alargar su vida útil, lo que hacemos es enrollar el toldo al revés cuando empieza la temporada baja de uso. No lo hacemos en verano, ya que sería incómodo, pero sí cuando dejamos de utilizarlo con frecuencia.

El truco es sencillo: se despliega completamente el toldo y, una vez llega al tope, se sigue girando la manivela. Así, el eje comienza a enrollar la lona en sentido inverso, de manera que la parte que normalmente queda expuesta al sol queda ahora protegida.

Protege la superficie más expuesta del tejido —la que normalmente recibe el sol directo, la lluvia y el polvo— durante los meses en los que apenas se utiliza. Al quedar resguardada, se evita su decoloración, el desgaste por los rayos UV, la aparición de manchas o incluso el deterioro por humedad o heladas.

Como resultado, el toldo mantiene su color y aspecto original durante más tiempo, se reduce la necesidad de limpiezas frecuentes y se prolonga considerablemente su vida útil. Es una solución práctica, especialmente útil para quienes cuentan con modelos clásicos en los que la lona queda completamente expuesta cuando está recogida.

En Xataka SmartHome | Me equivoqué al instalar el toldo: tenía que haber puesto otro modelo. La culpa fue no fijarme a dónde da mi terraza

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