Volver a la rutina tras una noche infernal en la que el termómetro no ha bajado de los 29 grados dentro de casa me ha servido para comprobar, una vez más, lo útil que puede llegar a ser una función de mi aire acondicionado: el modo sueño.
También conocido como modo sleep o modo noche (o modo sueño, según la marca), esta función está presente en un número creciente de modelos y está diseñada específicamente para las horas de descanso. Su objetivo es ajustar automáticamente el funcionamiento del aparato durante la noche para refrescar sin sobresaltos, favorecer un sueño reparador y, además, reducir el consumo energético.
Qué es el modo sleep
El modo Sleep es una función con un objetivo claro: optimizar el confort y el ahorro energético mientras descansamos. Para lograrlo, ajusta automáticamente la temperatura y la velocidad del ventilador, evitando cambios bruscos que puedan interrumpir el sueño y reduciendo al mismo tiempo el consumo eléctrico.
¿Cómo funciona el modo sleep?

Sigue el ritmo del cuerpo humano. Por un lado, el modo Sleep ajusta la temperatura de forma gradual a lo largo de la noche. En lugar de mantenerla constante, suele aumentarla entre uno y dos grados con el paso de las horas. Esto se debe a que, durante el sueño profundo, la temperatura corporal desciende, y un ambiente ligeramente más cálido puede favorecer un descanso más reparador.
Además de regular la temperatura, esta función también ajusta progresivamente la velocidad del ventilador, reduciendo el nivel de ruido para crear un entorno más silencioso y adecuado para dormir. En algunos modelos, incluso se activa el movimiento automático de las lamas del split, lo que ayuda a distribuir el aire de forma más homogénea sin generar corrientes molestas.
Por último, hay equipos que incorporan la opción de apagado automático o establecer programaciones y así, tras un tiempo determinado el aire se apaga. Es una función especialmente útil cuando no es necesario que el aire acondicionado permanezca encendido toda la noche.
Beneficios del modo sleep
No paso ni frío ni calor. El principal beneficio que noto es un mayor confort durante la noche: al evitar los cambios bruscos de temperatura, apenas me despierto y consigo un sueño mucho más continuo y reparador.
Otro aspecto que valoro mucho es el ahorro energético. Al funcionar de forma más eficiente mientras duermo, el aire acondicionado consume menos, y eso se nota en la factura eléctrica.
Y no menos importante: al reducirse la velocidad del ventilador, el ambiente se vuelve mucho más silencioso, algo que también ayuda a descansar mejor y a dormir más profundamente.
Tengo que admitir que no soy muy partidario de dormir con el aire acondicionado encendido. Solo recurro a él cuando la temperatura no baja y el calor se vuelve realmente insoportable. Siempre intento primero abrir las ventanas o usar el ventilador, y dejo el aire como último recurso.
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