Hace unos días, uno de los vecinos me llamó porque va a embarcarse en una reforma importante en su piso. El edificio tiene ya más de 50 años y, al revisar la instalación eléctrica, se encontró con un problema bastante habitual en edificios antiguos: su vivienda no tiene toma de tierra.
Como soy el presidente de la comunidad, me preguntó directamente qué se podía hacer y si necesitaba algún tipo de permiso. La duda es lógica, porque la toma de tierra no es un detalle menor ni algo opcional. Por eso me estuve informando y, al mismo tiempo, la comunidad le ha dado permiso para realizar la instalación correspondiente, ya que debía invadir un pequeño espacio común.
Por qué la toma de tierra es clave (y no solo sobre el papel)
La toma de tierra es uno de esos sistemas que no vemos, pero que están ahí para protegernos cuando algo falla. En nuestro edificio, cuando llegué hace casi 10 años, al reformar el cuarto de contadores de la comunidad (había que adaptarlo a la normativa), uno de los elementos que se puso al día fue la toma de tierra.
¿Qué es la toma de tierra? Dicho sin tecnicismos y tal y como explican en Naturgy, es un conjunto de cables que conectan los enchufes y parte de la instalación eléctrica con el terreno. Gracias a esa conexión, cualquier exceso de energía se disipa de forma segura. Por eso, cuando hablamos de seguridad eléctrica, la toma de tierra no es un extra: es una pieza básica del sistema.
Puede que no sepas cuál es su función y, de hecho, hace poco, con la reforma de mi vecino, me sorprendió ver que solo mi piso tenía este tipo de cable. Su funcionalidad es sencilla de explicar: si se produce una fuga de corriente o una subida de tensión, la electricidad se desvía hacia el suelo, en lugar de circular por los electrodomésticos o, peor aún, por una persona.
En los edificios antiguos esto no siempre está resuelto, y eso es lo que pasa en mi bloque, del año 75. Hace décadas no era obligatorio como lo es hoy y muchas instalaciones se quedaron “tal cual” desde el día en que se construyeron. Si tu casa es reciente, seguro que la tienes, pero si es antigua y haces reforma, te tocará añadir esta instalación como le pasa a mi vecino. En ese caso, no te fíes del “hazlo tú mismo”: lo mejor es que lo haga un profesional.
Cómo puedes saber si lo tienes
Esa barra de color cobre es la toma de tierra
Si a estas alturas tienes dudas de si tienes en casa este tipo de instalación, ya te advierto que es muy fácil de identificar. En las viviendas que sí la tienen, el cable de tierra es fácil de identificar porque es de color verde y amarillo. En los enchufes suele estar asociado a unas pequeñas piezas metálicas laterales, que hacen contacto con la clavija del aparato.
Todo ese recorrido acaba en una pica o varilla metálica enterrada en el suelo del edificio, normalmente en la base, en el garaje o como en mi caso, en el cuarto de contadores comunitario. Esa es la parte que permite que la electricidad “escape” hacia tierra cuando hay un problema.
Y ojo, porque la toma de tierra no solo se usa en los enchufes: también está presente en calderas, instalaciones de gas, fontanería, calefacción, ascensores, antenas o pararrayos
La pregunta clave: ¿es obligatoria?
Aquí es donde me enteré de algo que no sabía al hablar con los electricistas que le hacían la reforma a mi vecino. No sabía si era obligatoria y sí, la toma de tierra es obligatoria hoy en día, tal y como recoge el Reglamento Electrotécnico de Baja Tensión (REBT).
Otra cosa distinta es que el piso sea antiguo y no la tenga, como ocurre aquí. En esos casos, cuando se hace una reforma, lo correcto es adaptar la instalación a la normativa actual. Eso implica contar con un electricista autorizado y certificar el trabajo con el correspondiente boletín eléctrico.
¿Necesita permisos?
Depende del caso. Si el edificio ya tiene toma de tierra general y el problema es solo de ese piso, la solución suele estar dentro de la propia vivienda. Pero si el bloque nunca tuvo puesta a tierra común —algo bastante habitual en edificios de 40 o 50 años—, entonces ya hablamos de una actuación que afecta a elementos comunes.
En este caso, además, el cableado no podía pasar por los conductos existentes, por lo que fue necesario realizar una pequeña roza para sacar la instalación, que discurría por zonas comunes de la escalera. Al tratarse de un espacio común, donde estaba la pica de tierra y el sistema general, la comunidad tuvo que autorizar la intervención.
La ventaja es que una vez puesto no requiere mantenimiento. No es algo de lo que tenga que preocuparse el vecino ni la comunidad en el día a día. Los técnicos ya eligen el punto adecuado según el tipo de suelo, la humedad o la ubicación del edificio. Solo en casos muy concretos —terrenos muy secos, por ejemplo— puede ser necesario algún ajuste con el paso del tiempo.
En Xataka SmartHome | Desde que descubrí los enchufes de superficie, se acabó preocuparme por la falta de tomas en casa. No ha hecho falta ni electricista
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