Manuel Naranjo
EditorEn casa, en Nochebuena solemos tener una coreografía muy concreta. Alguien abre el frigorífico para meter una bebida, otro saca un entrante, alguien pregunta si queda sitio para el postre y, sin darte cuenta, la puerta se ha abierto veinte veces en media hora.
El resultado, aunque no se ve, se nota: el frigorífico trabaja más de la cuenta justo cuando más lleno está. Con el tiempo he aprendido que hay pequeños detalles que pueden evitar que sufra innecesariamente en noches así.
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El problema no es abrir la puerta, es cómo y cuándo se hace
Abrir el frigorífico no es malo por sí mismo, pero en eventos como Nochebuena el patrón cambia. La puerta se abre durante más tiempo, se queda entreabierta mientras decides qué coger y, además, entra aire caliente una y otra vez. Cada vez que pasa eso, el compresor tiene que esforzarse para recuperar la temperatura interior.
Si a esto le sumas que a veces incluso metemos platos aún templados, el trabajo se multiplica. El frigorífico no está diseñado para enfriar comida, y menos cuando ya va cargado hasta arriba.
Power Cool: el mejor momento para usarlo
Muchos frigoríficos modernos, como los Samsung, incluyen funciones como Power Cool o refrigeración rápida. No es un modo mágico, pero sí útil en momentos concretos. Básicamente, fuerza al sistema a enfriar más rápido durante un tiempo limitado.
En días normales no tiene demasiado sentido habilitar esta función, pero en una noche de muchas aperturas sí puede ayudar a que el interior recupere antes la temperatura correcta.
Lo ideal es activarlo antes de que empiece el desfile de aperturas, no cuando ya está todo descontrolado. Así el frigorífico parte de una temperatura más estable y aguanta mejor el ritmo.
Ojo a la temperatura: nada de bajarla "por si acaso"
Uno de los errores más comunes es bajar la temperatura pensando que así el frigorífico “aguanta mejor”. En realidad, forzarlo a trabajar a menos grados de los necesarios solo aumenta el consumo y el desgaste.
Para el compartimento del frigorífico, una temperatura entre 4 y 5 °C es suficiente incluso en días de mucho uso. Bajarlo a 2 °C no compensa las aperturas constantes ni la entrada de platos calientes; solo hace que el compresor trabaje más tiempo seguido.
El congelador, si no se abre apenas, puede mantenerse sin cambios. El problema casi siempre está arriba.
Ser organizado es el "truco" que más aporta
Aquí está uno de los consejos más efectivos y menos tecnológicos: organizar el interior antes. Si sabes que esa noche vas a abrir mucho la puerta, deja a la vista lo que se va a usar más: bebidas, entrantes, postres.
Cada segundo que la puerta está abierta cuenta. Buscar cosas al fondo, mover tápers o recolocar bandejas hace que entre más aire caliente y que el frigorífico pierda frío rápidamente. Tenerlo todo “a mano” reduce aperturas largas y repetidas.
Cuidado con los platos calientes
Es tentador meter la fuente recién salida del horno “para que se enfríe antes”, pero es una mala idea. Introducir calor directo hace que el frigorífico dispare su trabajo justo cuando más lleno está.
Lo ideal es dejar que los platos bajen de temperatura fuera, aunque sea media hora, antes de meterlos. No solo ayudas al frigorífico, también evitas condensación excesiva y cambios bruscos de temperatura en los alimentos que ya estaban dentro.
Hay gestos sencillos que, sumados, marcan la diferencia: cerrar bien la puerta sin golpes, evitar abrir “por mirar”, no dejarla entreabierta mientras hablas con alguien en la cocina y repartir las aperturas entre varias personas en lugar de abrir diez veces seguidas.
La Nochebuena seguirá siendo un "puerta va, puerta viene", pero con estos detalles el frigorífico no acaba la noche exhausto. Y aunque no lo veas, agradecerá que lo cuides justo cuando más trabajo tiene.
Imágenes | Xataka con edición
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