Manuel Naranjo
EditorMedir el consumo real de un lavavajillas puede ser tan revelador como frustrante, porque a veces los resultados no encajan con lo que damos por hecho. Y eso es justo lo que ocurrió al comparar los modos Eco y Auto en un lavavajillas Samsung: los números no solo rompieron un par de ideas preconcebidas, sino que ayudaron a entender mejor por qué cada modo hace lo que hace y en qué situaciones conviene usar uno u otro.
Los modos Eco y Auto: mismos platos, resultados muy distintos
La prueba se realizó de la forma más sencilla posible: la misma carga diaria, misma suciedad, mismos hábitos. Solo cambió el programa seleccionado. Y lo primero que llamó la atención fue la diferencia de tiempo: mientras el modo Auto completó el ciclo en poco más de hora y media, el Eco se alargó bastante más, superando las tres horas sin despeinarse.
Esto, lejos de ser un fallo, forma parte de la lógica del modo Eco: trabaja a temperaturas más bajas, con fases más largas y con menos picos de potencia. Busca la eficiencia global, no la velocidad. Y aunque eso lo hace parecer “poco eficiente” por el tiempo que requiere, lo cierto es que el ahorro viene justo por esa forma de funcionar.
El consumo real contado por el medidor
Cuando llegó el momento de consultar el medidor externo, tocaron sorpresas. El modo Auto consumió más energía de la esperada, moviéndose en valores que encajan con la idea tradicional de un programa rápido: calienta más, usa más potencia y ajusta sus fases según detecta la suciedad.
El modo Eco, en cambio, ofreció un consumo sorprendentemente bajo, incluso más bajo de lo que marcaban las estimaciones de la etiqueta energética.
Lo curioso es que, al verlo funcionar durante horas, es fácil pensar que tanta duración se traducirá en más gasto, pero la realidad es justo la contraria: la potencia media es mucho menor, y el esfuerzo térmico apenas sube más allá de lo imprescindible.
En cifras generales, el Eco gastó bastante menos energía que Auto, incluso con un ciclo que duró casi el doble. El mito de “si tarda más, gasta más” se desmonta rápido cuando ves cómo se reparte el consumo: Auto pega picos muy fuertes al calentar agua varias veces; Eco estira cada fase para no tener que recurrir a esos picos.
Los mitos que caen cuando lo ves en directo
El primero se cae solo: “el modo Eco es el que más gasta porque está muchas horas encendido”. No es cierto. Está mucho tiempo, sí, pero el esfuerzo es mínimo. El lavavajillas no está consumiendo a máxima potencia todo el rato.
El segundo mito es el de “el modo Auto ajusta y, por tanto, siempre es más eficiente”. Ajusta, sí, pero su objetivo principal no es el ahorro: es quitar bien la suciedad y hacerlo en un tiempo razonable. Eso normalmente implica calentar más y varias veces durante el ciclo.
También cayó otro bastante común: “el modo Eco lava peor”. Con la misma carga, el resultado fue prácticamente idéntico. Lo único que cambia es la paciencia del usuario.
¿Qué programa interesa usar realmente?
Tras medirlo, la conclusión es bastante sencilla. Si lo que buscas es ahorrar energía y la vajilla no corre prisa, el modo Eco sigue siendo imbatible. Funciona lento, pero es increíblemente constante y eficiente.
Si, en cambio, necesitas los platos antes o tienes restos más difíciles de lo normal, Auto es la opción equilibrada, no la más eficiente, pero sí la más práctica cuando hay prisa.
Lo importante es entender que cada modo responde a un propósito. Y cuando ves sus cifras reales una al lado de la otra, entiendes por qué conviven y por qué cada uno tiene su momento.
Imágenes | Samsung con edición
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