Quienes hemos tenido huerto toda la vida (mis abuelos eran agricultores) y sabemos lo que es comerse una manzana o un tomate que ha crecido desde cero en tu casa. Ya no es que sepa diferente (que también), es que da gusto y orgullo. Desde luego, cuidar de tus propias plantas es una de las mejores formas de apreciar mejor lo que hay en el plato.
Eso sí, no todo el mundo tiene terrenos ni tiempo para armarse de paciencia, una azada y otros cuantos aperos de labranza para montarse su propia huerta y no es problema: a nada que tengas un pequeño jardín o hasta una terraza o balcón, puedes montarte un pequeño cultivo en miniatura con árboles frutales y aquí el limonero es la auténtica estrella: son bonitos, huelen bien y sus frutos lo mismo te sirven para aderezar un plato que para un gin tonic.
Porque sí, puedes tener tus propios limones a partir de un limonero de maceta, siempre y cuando el árbol reciba los cuidados adecuados para que de frutos todo el año y crezca sano y fuerte. Estos son los mejores consejos para que tu limonero de maceta llegue a buen puerto.
Cómo cuidar un limonero de maceta para que dé limones
La primera cuestión clave es dónde poner tu limonero. Este árbol frutal requiere de una buena dosis de sol para crecer, por lo que tendrás que elegir un sitio donde reciba al menos ocho horas de sol directa al día.
¿Que tienes un limonero dentro de casa? Pues más de lo mismo: colócalo en una habitación soleada, en un lugar próximo a una ventana preferiblemente orientada hacia el sur o al oeste. Si está en un jardín, ten cuidado de los vientos frágiles para evitar que una ráfaga dañe sus ramas.
La segunda cuestión tiene que ver con el riego y el suelo. El limonero requiere de una cantidad moderada de agua, pero sin que se encharque. Nuestra recomendación es llevar a cabo un riego profundo cuando notes que el suelo está seco, pero sin dejar que se acumule.
A este frutal le gustan los suelos bien aireados y con buen drenaje, así que no escatimes y adquiere un sustrato específico para cítricos o, en su defecto, una mezcla de tierra de jardín, arena y compost. El objetivo está en que el agua no se quede estancada en la zona inferior, lo que podría dañar sus raíces. Así, mejor usar macetas con agujeros en la zona inferior y además agregar una capa de grava para mejorar la circulación.
Ojo porque en invierno requiere de menos riego, ya que el frutal entra en una fase de menor crecimiento. Eso sí, en verano habrá que darle todo el agua que necesita, así como algo de fertilizante para mejorar su salud y productividad. En cuanto al mejor momento para regarlo, mejor hacerlo por las mañanas para evitar que el agua se enfríe durante la noche.
No hace falta un gran esfuerzo de poda: basta con hacerlo una vez al año, generalmente al comienzo de la primavera, justo antes de que empiece su fase de crecimiento. Solo será necesario eliminar ramas secas o dañadas, lo que minimizará el riesgo de enfermedades fúngicas y favorecerá el paso del aire y del sol.
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Portada | Foto de Artur Aldyrkhanov en Unsplash
Vía | DAP
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