En nuestro país resulta poco común contar con un detector de humos en casa, y más aún tener instalado algún sistema de extinción de incendios automático, sobre todo en viviendas con una cierta edad.
De hecho, ponerse a montar uno de estos sistemas de extinción clásicos basados en rociadores de agua desde cero puede ser de lo más costoso y muchas veces imposible de realizar sin una enorme reforma importante del edificio.
Un extintor de incendios con zeolitas
Para estas situaciones es para las que se ha inventado ZEO, un sistema de origen malasio para la supresión de incendios que utiliza zeolitas naturales para apagar los primeros conatos de fuego allí donde está instalado.
Con una forma circular de toques decorativos, está pensado para ser instalado en el techo, sin necesidad de que le conectemos mangueras de agua ni otros elementos, funcionando de forma completamente independiente.
Esto es posible gracias a que en su interior almacena polvo de zeolitas para poder extinguir los incendios causando, según sus creadores, menos daños durante el proceso (especialmente en los equipos electrónicos), ya que por ejemplo nos evitamos que todo se empape como sucede con los extintores de agua.
ZEO se instala de forma autónoma, no requiere mantenimiento, ni suministro de agua o energía para funcionar y está pensado para aguantar el paso del tiempo y no sufrir problemas como la corrosión.
La clave del invento la encontramos en la zeolita, un mineral volcánico natural con estructura cristalina porosa que actúa como un potente absorbente y que es usado para atrapar impurezas y mejorar la calidad del agua, del aire, en agricultura para mejorar el suelo y retener nutrientes, para purificar agua, etc.
En ZEO, cuando la temperatura en el ambiente supera los 68 °C (cifra ajustable hasta los 182 °C), una pequeña pieza de vidrio termosensible en su interior se rompe y libera el polvo de zeolita en el aire. Este material apaga la llama al desplazar el oxígeno, liberando pequeñas cantidades de dióxido de carbono, reforzando así la acción de supresión y evitando que las llamas vuelvan a reavivarse.
Después, según sus inventores solo es necesario aspirar los residuos, no habiendo daños por agua ni por contaminación química causada por otras sustancias retardantes o similares. Y aseguran que su uso es seguro en en presencia de fuegos eléctricos (clase C y E), donde el uso de agua puede empeorar la situación.
Otra ventaja es su bajo coste, ya que aunque no han dado valores concretos, el hecho de ser un accesorio autosuficiente permite que se abaraten los precios evitando instalaciones complejas.
¿Algún inconveniente? Pues lo que no queda muy claro en las indicaciones del invento es qué tal funciona cuando hay personas cerca, ya que respirar este tipo de polvo no parece de lo más saludable. Si bien es cierto que en general no estaríamos bajo él aguantando 70 ºC o más del fuego cuando se active, sí puede darse el caso de que nos encontremos cerca, en una habitación contigua o similar y al final acabamos respirando estas partículas de zeolita.
Vía | Ecoinventos
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