El tomate es uno de los alimentos más representativos del verano. Protagonista en ensaladas y sopas frías como el salmorejo o el gazpacho, también es muy apreciado en los cultivos domésticos. Sin embargo, existe una técnica poco conocida que no solo facilita su cultivo, sino que permite aprovechar mejor el espacio disponible.
Seguramente estarás acostumbrado a ver las clásicas matas de tomate sujetas con estacas. Pero más allá de este método tradicional, hay una alternativa que aporta mayor orden al cultivo y reduce el esfuerzo a la hora de cuidar las tomateras. Además, es un sistema sencillo de aplicar y con muy buenos resultados.
Sin estacas y con bridas
La clave está en sustituir la atadura directa a una estaca por un enrejado superior. Para ello, basta con tensar un alambre resistente a cierta altura, fijándolo a un marco, una viga, un arco o una pérgola, para que sirva de soporte al crecimiento de la planta.
Con este sistema, el tallo principal se va enroscando de forma natural alrededor del alambre o se sujeta con bridas flexibles, lo que permite prescindir de apoyos rígidos y favorece un crecimiento vertical. Esto mejora la ventilación y la exposición de la planta a la luz solar.
Esta técnica es especialmente recomendable para las variedades de tomate de crecimiento indeterminado, que pueden superar los dos metros de altura. Con este método, las plantas crecen más fuertes y ordenadas, evitando que los tallos o los frutos toquen el suelo y se deterioren.
Todo ello favorece un desarrollo saludable de la tomatera y un mejor aprovechamiento del espacio, convirtiéndose en una opción ideal para quienes cultivan en lugares con poca superficie disponible para el tomate.
Ventajas que aporta
Esta técnica permite que los tallos crezcan sin amontonarse ni sufrir daños por el peso de los frutos o el viento, y al fomentar un desarrollo vertical, mejora la ventilación entre las hojas, lo que ayuda a prevenir hongos tan habituales en los tomates.
Además, facilita la recolección: al estar los frutos más visibles y accesibles, se pueden cosechar sin complicaciones, asegurando que maduren bien al sol y conserven todo su sabor. Y permite que la tomatera distribuya mejor los nutrientes y concentre su energía en producir frutos de calidad sin malgastarla en sostenerse en soportes inadecuados.
Este método también favorece un cultivo más productivo, ya que la planta concentra su energía en generar flores y frutos de calidad, en lugar de sostener ramas caídas o enredadas.
Por último, supone un ahorro de tiempo y recursos, ya que la estructura de alambre puede utilizarse durante varias temporadas sin necesidad de reemplazarla.
Ideal para jardines urbanos. Este sistema se adapta fácilmente a cualquier tipo de espacio, desde huertos convencionales hasta pequeños jardines urbanos o macetas, ofreciendo una solución eficaz para quienes disponen de poco terreno. Al mantener la planta elevada, se reduce el riesgo de plagas y enfermedades asociadas al contacto con el suelo, mientras que la mayor exposición al sol y el aire favorece un crecimiento más sano.
Foto de portada | Markus Spiske en Unsplash
Vía | DAP
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