A la hora de sacar el máximo provecho a los alimentos y platos caseros, el congelador desempeña un papel clave. No solo permite disponer de una reserva de comida lista para consumir, sino que también ayuda a reducir el desperdicio de alimentos: lo que sobra de un día puede (en la mayoría de los casos) conservarse congelado.
El pan es uno de esos productos que se presta especialmente bien a la congelación. Para quienes prefieren disfrutar de un pan crujiente a diario y no les gusta cuando pierde frescura, congelarlo es una excelente solución. Sin embargo, lo que muchos desconocen es que este sencillo hábito es una de las mejores formas de conservar su calidad y sabor.
El pan, bueno también congelado
Congelar alimentos es una práctica común en la rutina diaria. No solo ayuda a prolongar su conservación, sino que también facilita la organización de las comidas a lo largo de la semana, permitiendo planificar mejor el consumo de cada producto.
El pan es un habitual en el congelador, ya que, debido a su naturaleza perecedera, pierde frescura con rapidez y tiende a endurecerse. Para quienes no pueden o no desean comprar pan recién hecho todos los días, el congelador se convierte en un gran aliado: cada vez más personas optan por comprarlo en mayor cantidad y almacenarlo correctamente para disfrutarlo siempre en óptimas condiciones.
Si embargo lo que no todo el mundo sabe es que esta práctica tiene un importante beneficio para la salud que además es muy poco conocido. Sobre este aspecto habló la nutricionista Beatriz González (@bea_gonfer) en su cuenta de TikTok.
@bea_gonfer congelas el pan? además de ayudar a reducir el desperdicio alimentario, estás beneficiando a tu microbiota #salud #microbiota #pan #harina #dieta #bienestar #wellness #dietista #nutricionista ♬ sonido original - Bea | Nutricionista
Según explica, someter el pan al proceso de congelación antes de consumirlo puede favorecer el equilibrio de la microbiota intestinal. “¿Eres de esas personas que congela el pan y lo descongela a medida que lo consume? Bueno, debo decirte que estás alimentando a tus bacterias intestinales de una manera muy saludable”, señala.
¿Por qué es bueno congelar el pan?

La clave está en el almidón resistente. De acuerdo con la nutricionista, congelar el pan antes de consumirlo ofrece un beneficio adicional debido a un cambio en su composición. Durante este proceso, el almidón que contiene sufre una modificación conocida como retrogradación, lo que provoca que se transforme en una especie de fibra denominada almidón resistente. Este tipo de almidón no puede ser completamente absorbido por el intestino del ser humano.
Al llegar al colon, las bacterias intestinales lo utilizan como fuente de energía, lo que da lugar a la producción de butirato, un ácido graso con un papel clave en la digestión. Para que te hagas una idea, el butirato tiene propiedades antiinflamatorias que contribuyen al buen funcionamiento del intestino y de otros órganos del sistema digestivo.
Cómo congelar y descongelar el pan correctamente

Dicho esto, es importante tomar ciertas precauciones al congelar y descongelar el pan para garantizar que, al momento de consumirlo, se conserve en las mejores condiciones y no presente problemas como una corteza desmoronada o un interior seco y sin esponjosidad.
La manera correcta de congelar el pan y evitar que se reseque o pierda su textura comienza con un almacenamiento adecuado. Lo más recomendable es envolver cada trozo o rebanada (por separado y de forma individual) en film transparente o papel de aluminio, procurando eliminar la mayor cantidad de aire posible. De esta forma, se evita la formación de cristales de hielo que pueden alterar la humedad del pan.
Después, conviene guardarlo en una bolsa hermética apta para congelador y, si se van a almacenar varias piezas, es recomendable distribuirlas en una sola capa dentro del congelador para lograr un enfriamiento uniforme.
La forma en la que lo descongelamos también es clave. Es importante evitar hacerlo sin protección a temperatura ambiente, ya que esto puede provocar la pérdida de humedad y hacer que el pan se vuelva quebradizo. Para un resultado óptimo, lo ideal es sacarlo del congelador y mantenerlo dentro de la bolsa cerrada hasta que alcance la temperatura ambiente, permitiendo así que la condensación permanezca fuera del pan y no afecte su textura.
Si no se dispone del tiempo suficiente para una descongelación natural, una buena alternativa es utilizar el horno, la tostadora a baja temperatura o incluso una freidora de aire. Estos métodos ayudan a recuperar la textura original del pan sin que quede seco o gomoso.
Foto de portada | Pixabay
Vía | Tudogostoso
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