El gotelé sirve para mucho más que para decorar paredes. Estas son otras ventajas de tenerlo en casa

Muy popular hasta la década de los años 80, ahora está en retroceso a pesar de sus ventajas añadidas con respecto a las paredes lisas

gotelé
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Durante las décadas de los años 60, 70 y 80 hubo un elemento que no podía faltar en cualquier vivienda de nueva construcción que quisiera estar a la última: el gotelé, del francés goutte o gouttelette que significa gota o gotita.

Se trata de una técnica de decoración que consiste en esparcir pintura al temple más espesa de lo habitual por paredes y techos, de tal manera que durante su aplicación aparezcan gotas o grumos de material que produzcan una superficie final de acabado grumoso.

Cuál es la función del gotelé más allá de la decorativa

En esos años de boom urbanístico desmedido se construía mucho y rápido, con lo que no era extraño que no se dedicara tanto tiempo y esmero al acabado final de las paredes y techos donde por supuesto se solía usar yeso tradicional, nada de materiales preparados como el pladur que llegaría años más tarde a nuestro país.

Se dejaban desperfectos que había que esconder, y taparlos es uno de los objetivos de esta técnica de pintura que se extendió de forma masiva, ya que era un producto barato, inmediato y que no requería mano de obra demasiado cualificada por lo que se ahorraba tiempo y dinero.

Gotele Imagen: Wikipedia

A medida que fue avanzando el tiempo el gotelé fue también desapareciendo de las viviendas de nueva construcción en España, siendo sustituido por paredes lisas, por papeles pintados, murales decorativos, etc. Sin embargo, además de su utilidad para abaratar costes tiene otras ventajas adicionales.

Por ejemplo, su textura gruesa ayuda a cubrir imperfecciones y pequeños desniveles en las paredes y techos, a tapar algunas pequeñas grietas de asentamiento que se producen con el paso de los años y sobre todo permite que las paredes sean más resistentes.

¿En serio, paredes más resistentes? Sí, no se trata de que aguanten más peso o sean más robustas (aunque hay algunas construcciones que da la impresión de que se sujetan solo por la pintura), sino que el gotelé, y especialmente si es grueso, permite que las paredes resistan mejor pequeños golpes, arañazos y el desgaste con el uso cotidiano.

Si además las tenemos pintadas con varias capas de pintura lavable, el gotelé permitirá que podamos frotar con más fuerza a la hora de quitar alguna mancha y si hay gatos en casa que gustan de apoyarse en la pared para saltar por ejemplo a las ventanas, se disimularán mejor los arañazos de las uñas que en una pared lisa requiriendo menos reparaciones con el paso de los años.

Y, ¿qué hay del supuesto mito de que el gotelé ayuda a mejorar la acústica de la sala? Pues es un mito solo en parte. La realidad es que la acústica empeora al tener paredes completamente lisas, pero también lo es que el gotelé tradicional es tan pequeño, con un grosor de solo unos pocos milímetros, que no tiene impacto en las longitudes de ondas del sonido audible por los humanos.

Para que tuviese un impacto real en la acústica del salón produciendo reflexiones diferentes a ciertas frecuencias por debajo de los 20 KHz necesitaríamos que el grosor de las gotitas fuese mayor de unos 2-3 cm, algo que no suele ser habitual.

Imagen portada | Nacho Uribe Salazar

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