Cuatro sencillos pero efectivos trucos para rebajar el gasto eléctrico de tu frigorífico

Cuatro sencillos pero efectivos trucos para rebajar el gasto eléctrico de tu frigorífico

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Cuatro sencillos pero efectivos trucos para rebajar el gasto eléctrico de tu frigorífico

Con la factura de la luz disparada, cada vatio de más que utilizamos en casa cuenta, ya que se traduce en un gasto eléctrico más a sumar a final de mes.

Ya hemos visto cuáles son los electrodomésticos que más energía consumen en nuestras viviendas, siendo uno de los que más gastan el frigorífico, no por su consumo instantáneo de potencia, sino porque están funcionando continuamente para refrigerar los alimentos que en él introducimos.

Con unos consumos que rara vez superan los 200-300 vatios, la clave con estos electrodomésticos es que están encendidos las 24 horas del día, lo cual supone hasta el 18,9% del total del gasto.

¿Es posible reducir este consumo de forma sencilla? A continuación tenéis cuatro sencillos pero efectivos trucos con los que ayudaros en esta tarea y con los que podréis arañar unos eurillos a final de mes.

Tenlo siempre lleno hasta los topes

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El frigorífico enfría sus paredes que a su vez trasladan este frío a los elementos que haya en su receptáculo interior. Si no hay nada almacenado y lo tenemos completamente vacío, lo que se enfría es el aire, elemento con una pequeña inercia térmica que pierde el frío rápidamente y que es susceptible de escaparse de la nevera en cuanto abramos la puerta.

De ahí que resulte conveniente mantener el interior del frigo y del congelador lo más lleno que nos sea posible. De este modo habrá menos aire que pueda escapar al abrir la puerta perdiendo el frío y con él todo el esfuerzo y gasto eléctrico de la máquina para rebajar la temperatura del interior.

Algunos pensaréis que sois pocos en casa y que nunca tenéis alimentos suficientes como para llenarlo a tope. No importa, en estos casos podéis recurrir al socorrido truco de utilizar botellas con agua de diferentes tamaños o latas de refresco con las que reducir el número de huecos disponibles. Cuantas más metáis habrá menos huecos y con ello menor pérdida de frío cada vez que abráis la puerta.

Selecciona una temperatura adecuada

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Los frigoríficos modernos suelen ofrecer unos mandos de control que permiten seleccionar de forma muy precisa cuál es la temperatura que queremos tener en su interior.

De esta selección va a depender por un lado la buena conservación de los alimentos, pero también el consumo eléctrico del aparato, ya que cada grado extra que bajemos supondrá un mayor tiempo de funcionamiento del compresor y con ello un mayor gasto para nuestra factura de la luz.

Lo recomendado es que el frigorífico se mantenga a un temperatura que ronde los 4-5 grados, aunque de forma puntual, si queremos guardar algún alimento más delicado podemos bajarla ligeramente o mejor aún colocar ese alimento en la parte baja de la nevera que es donde hay siempre más frío.

En cuanto al congelador, depende del tipo de alimentos que almacenemos, pero en general con tenerlo a unos -16 o -18 grados es más que suficiente, a pesar de que nuestro modelo pueda alcanzar los -22 o -24 grados no es necesario ponerlo a tales temperaturas.

Hazle un buen mantenimiento cada año

El frigorífico es básicamente un intercambiador de calor. Genera frío dentro a costa de emitir calor al exterior por medio de unos disipadores que generalmente están situados en la parte trasera del aparato.

Los modelos más modernos vienen con estas rejillas cubiertas por un plástico y no hay mucho que limpiar, pero los antiguos y los de gamas más bajas suelen tener bien visibles estas rejillas traseras que tienden a llenarse de suciedad dificultando la tarea de emitir el calor generado por el compresor.

Conviene limpiarlas por lo menos una vez al año para facilitar dicha función y con ello mejorar el intercambio de calor reduciendo a su vez el gasto eléctrico de la nevera.

También es conveniente que revises que los burletes que rodean la puerta estén en buenas condiciones. Son los aislantes principales del equipo y los encargados de que no escape el frío ni entre calor del exterior. Si están en malas condiciones puedes tratar de arreglarlos o si tu modelo lo permite cambiarlos pidiendo unos nuevos al fabricante.

Comprueba que la luz interior es de tipo LED

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Hasta hace menos de diez años las luces internas de los frigoríficos eran casi todas de tipo incandescente o como mucho de bajo consumo. Actualmente ya suelen montar de tipo LED, que tienen un menor consumo pero que además cuentan con una ventaja adicional.

Los LED apenas generan calor y por lo tanto no reducen el frío interno de la nevera cada vez que se encienden. Puede parecer poca cosa, pero dependiendo de la potencia de la bombilla y de cuánto tiempo tengas abierta la puerta, la temperatura alcanzada puede ser considerable obligando a la máquina a encender de nuevo el compresor para rebajarla.

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