Estos inventores han convertido el hormigón en una batería: almacena energía y han llegado a encender luces LED

  • Este nuevo hormigón, además de las funciones clásicas, almacena energía y la libera cuando hace falta en forma de electricidad

  • En las pruebas, varios bloques conectados fueron capaces incluso de encender un LED

Pexels Cais 34990737
Sin comentarios Facebook Twitter Flipboard E-mail
jose-antonio-carmona

Jose Antonio Carmona

Editor Senior

Que usar baterías para almacenar energía y ser más sostenibles sea lo habitual es un concepto que quizá tengamos que empezar a replantearnos al pensar en la vivienda, si no ahora, en un futuro no muy lejano. Al menos, eso es lo que sugiere lo logrado por un equipo de investigadores de la Universidad de Aarhus (Dinamarca).

Estos científicos han conseguido convertir cemento convencional en un supercapacitor vivo, o dicho de forma más sencilla: lograr que el propio material que forma muros y paredes funcione como una especie de batería capaz de almacenar energía y liberarla luego en forma de electricidad.

Batería en todas las paredes

Pexels Pixabay 236089 Foto de Pixabay

Estos investigadores lo han logrado al crear una especie de cemento vivo al integrar dentro del material la bacteria "Shewanella oneidensis", capaz de generar electricidad mediante transferencia de electrones. 

Este nuevo material conserva la resistencia estructural propia del hormigón —de forma que sigue contando con sus funciones básicas para servir como pared, base o elemento constructivo—, pero además adquiere la función de almacenar electricidad.

Cómo funciona. Las bacterias integradas en el cemento crean una red interna capaz de almacenar y liberar energía eléctrica. Cuando su actividad disminuye, el material puede reactivarse mediante nutrientes introducidos por microcanales, recuperando gran parte de su capacidad. En las pruebas, varios bloques conectados fueron capaces incluso de encender un LED.

Cemento vivo Imagen | Science Direct

Según cuentan en SlashGear, el nuevo hormigón funciona en un amplio rango de temperaturas, aunque esa capacidad desciende cuando se congela. Las bacterias responsables del almacenamiento eléctrico funcionan mejor entre 30 y 37 °C, y pueden resistir hasta unos 80 °C antes de descomponerse y perder su capacidad permanentemente. 

El objetivo es perfeccionar este cemento vivo. De esta forma podría transformar edificios, puentes y otras infraestructuras habituales en estructuras capaces de almacenar energía, funcionando como una especie de “batería pasiva” integrada directamente en la construcción.

Además, esta tecnología se presenta como una alternativa a las baterías convencionales o a los sistemas de almacenamiento externos. Ofrece ventajas importantes en términos de sostenibilidad —al emplear materiales económicos, bacterias naturales y reducir la dependencia de metales críticos— y también en durabilidad, ya que su capacidad puede regenerarse mediante nutrientes en lugar de requerir la sustitución de componentes.

Otro de sus posibles beneficios es que podría facilitar la integración de energías renovables. Combinado con sistemas como paneles solares, permitiría que un edificio almacenara electricidad de forma local, aumentando la autonomía energética y reduciendo la necesidad de baterías adicionales.

El material aún está en fase experimental y, pese a sus resultados prometedores, no se sabe si será viable o rentable a gran escala. Además, su resistencia a condiciones reales a largo plazo plantea retos que aún deben investigarse.

Foto de portada | Lucas Oliveira

Vía | Aarhus University

En Xataka SmartHome | Qué es el estándar Passivhaus en la construcción y como puede facilitar casas sostenibles y que gasten menos energía

Inicio