Uno de los primeros descubrimientos que hice cuando empecé a interesarme por la posibilidad de reproducir la música en mi casa con el máximo realismo posible, hace ya muchos años, fue comprobar que el sonido varía mucho en función de la ubicación física desde la que lo escuchemos. El timbre, la coherencia temporal, de fase, y, por tanto, la escena sonora, pueden ser percibidos de una forma muy diferente incluso desde posiciones muy próximas.
La importancia de todo esto reside en el hecho de que nuestra experiencia puede variar mucho, por lo que merece la pena tenerlo en cuenta. La posición óptima en el espacio desde la que percibimos la imagen estereofónica con total coherencia es la que se conoce como «punto dulce». Por fortuna, localizarlo no es en absoluto difícil. O, al menos, no suele serlo.
El método del triángulo
Aunque no hay una fórmula infalible que nos ofrezca los mejores resultados con todas las cajas acústicas del mercado, a mí hasta ahora me ha funcionado muy bien la metodología que recomienda Dynaudio, que es muy similar a la de otros fabricantes. Lo único que dice es que la distancia que separa las cajas acústicas debe ser igual o ligeramente inferior a la distancia que existe entre cualquiera de ellas y el punto de escucha, por lo que podemos imaginarlo como un triángulo equilátero o isósceles en el que las dos cajas acústicas y el «punto dulce» están situados en los vértices.
Es importante tener en cuenta también que lo ideal es que ambas cajas no estén demasiado juntas. Un buen punto de partida puede ser una distancia mínima que oscile entre 1,5 y 2 metros. A partir de ahí podemos dejar que nuestro oído nos guíe. Debemos percibir una escena sonora coherente que sitúe claramente la voz en la mayor parte de las grabaciones justo en el centro, entre las dos cajas. Una buena forma de comprobarlo consiste, sencillamente, en cerrar los ojos e intentar ubicar la voz del cantante. Si nuestro cerebro nos indica que está justo en el centro, entre las dos cajas, habremos dado con nuestro «punto dulce».
Deja que tu oído te guíe
Esta es una forma muy sencilla de diseñar nuestro espacio acústico, pero luego podemos realizar pequeños ajustes que pueden mejorar la escena sonora aún más. En ocasiones ayuda, por ejemplo, desviar ligeramente las cajas acústicas hacia la posición de escucha. No obstante, no todos los altavoces se comportan igual, sobre todo si utilizan distintas tecnologías. Según mi experiencia, los electrostáticos son muy sensibles a la posición de escucha, y los electrodinámicos lo son un poco menos, pero el sonido de todos ellos mejora si somos capaces de encontrar nuestro «punto dulce».
Hay métodos más complejos para encontrar la ubicación óptima de las cajas acústicas que contemplan la interacción de estas con el entorno, en especial con la paredes, como el que propone Wilson Audio, pero los abordaré más adelante en otro post. Por el momento os propongo que hagáis vuestras propias pruebas utilizando el sencillo método que acabo de desarrollar. Espero que os resulte útil.
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