Manuel Naranjo
EditorHay consumos que no hacen ruido, no emiten luz y no llaman la atención, pero mes a mes van dejando huella en la factura. Son los dispositivos que parecen apagados, esos que dejamos en standby porque “no están funcionando”. El problema es que, en muchos hogares, ese apagado es solo aparente. Por dentro, siguen conectados, escuchando y preparados para activarse en cualquier momento.
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El standby ya no es lo que era hace años
Antes, dejar un aparato en standby significaba poco más que mantener un pequeño piloto encendido. Hoy la situación es muy distinta. Televisores, consolas, barras de sonido, decodificadores, routers secundarios o altavoces inteligentes funcionan como pequeños ordenadores incluso cuando no los usas.
Mantienen procesos activos, conservan la conexión a Internet y están listos para encenderse al instante. Ese “siempre preparado” tiene un coste energético continuo, bajo pero constante, que se acumula sin que el usuario sea consciente.
Muchos dispositivos modernos nunca se desconectan del todo. Siguen conectados por WiFi o Ethernet para recibir actualizaciones, sincronizar datos, mantener funciones inteligentes o responder a órdenes remotas.
Un televisor inteligente en standby puede seguir comunicándose con servidores, una consola puede descargar actualizaciones en segundo plano y un altavoz inteligente permanece escuchando palabras clave. Todo eso implica consumo eléctrico estable las 24 horas del día, incluso mientras duermes o no estás en casa.
Pequeños consumos que suman más de lo esperado
El problema no es un solo aparato, sino la suma. Un dispositivo en standby puede consumir entre 1 y 5 vatios de forma continua. Parece insignificante, pero multiplica esa cifra por varios aparatos y por todo el año.
En una casa con varios televisores, decodificador, consola, sistema de sonido, impresora y cargadores siempre enchufados, el consumo fantasma puede suponer una parte visible del gasto anual. No es lo que más consume, pero sí lo que menos control se tiene.
Dispositivos que más suelen consumir sin usarse
No todos los aparatos se comportan igual. Los que más consumo invisible generan suelen ser los que tienen conectividad avanzada o funciones inteligentes. Televisores Smart TV, consolas de última generación, decodificadores de operadores, routers adicionales, sistemas de domótica y equipos de audio conectados destacan por mantenerse activos incluso apagados.
Los cargadores enchufados sin nada conectado también aportan su pequeño grano de arena. El transformador sigue consumiendo energía, aunque no esté cargando ningún dispositivo.
Por qué cada vez se nota más en la factura
El consumo en standby no ha crecido de forma individual, pero sí colectiva. Cada año añadimos más dispositivos conectados al hogar. A eso se suma el aumento del precio de la electricidad, que convierte esos vatios “insignificantes” en euros reales al final del mes.
Además, muchos hogares ya han optimizado los grandes consumos, como iluminación LED o electrodomésticos eficientes. Cuando eso está controlado, el consumo invisible destaca más porque no se ha tocado.
Qué hábitos ayudan a reducirlo sin complicarse
No hace falta desenchufar toda la casa cada noche. Basta con identificar los dispositivos que no necesitan estar siempre conectados. Regletas con interruptor, enchufes inteligentes programables o apagar completamente algunos aparatos cuando no se usan durante días marca la diferencia.
En otros casos, conviene revisar ajustes: desactivar encendidos rápidos, descargas automáticas o funciones que no aportan valor real. Son pequeños cambios que no afectan al uso diario y reducen ese goteo constante.
El consumo invisible no es un mito ni una exageración. Es la consecuencia directa de hogares cada vez más conectados. No se trata de vivir pendiente del enchufe, sino de entender que “apagado” ya no siempre significa cero consumo.
Tomar conciencia de ello ayuda a ajustar hábitos, reducir gasto innecesario y evitar sorpresas en la factura. Porque lo que no se ve, también se paga.
Imágenes | Manuel Naranjo, Xataka
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