La pericia de los daneses a la hora de diseñar y fabricar cajas acústicas no admite discusión. En este país nórdico han nacido algunos de los más aclamados fabricantes de cajas para aplicaciones de alta fidelidad del mercado, como Dynaudio, Raidho, DALI, Audiovector o Gryphon, entre otras marcas. Su reputación avala su capacidad de poner a punto altavoces de alta gama y concepción claramente audiófila, pero los ingenieros de este país nórdico no tienen reparos a la hora de desarrollar altavoces inalámbricos concebidos para convivir con teléfonos móviles y tablets. Los Freya de Clint lo demuestran.
Aunque esta empresa es aún joven (fue fundada en 2008), sus impulsores llevan metidos en el mundo del audio y el vídeo digital desde mediados de los 90, por lo que es evidente que no son unos novatos en este mercado. Como vamos a ver a lo largo del post, los Freya son unos altavoces estilizados y con un diseño cuidado concebidos para recibir el sonido de cualquier dispositivo que se lo pueda enviar vía Bluetooth. Productos de este tipo hay infinidad en el mercado, pero estas pequeñas cajas tienen una baza importante a su favor: podemos emparejar dos de ellas para que trabajen en estéreo. Y esta es solo «la punta del iceberg».
Clint Freya: diseño y construcción
Lo primero que debo decir es que las fotografías que ilustran el post no hacen justicia a la belleza de estos altavoces. Al natural son mucho más bonitos. Como podéis ver, tienen forma cilíndrica, con la rejilla en la parte frontal y los conectores y el puerto bass reflex en la parte posterior. Los botones de control residen en la parte superior de cada altavoz (los podéis ver en la fotografía del siguiente apartado). Por otra parte, no son demasiado voluminosos (tienen un diámetro de 10 cm y una altura de 21,5 cm), y tampoco demasiado pesados (pesan 920 g), por lo que es relativamente fácil ubicarlos.
Su recinto es de plástico, un material habitual en las cajas acústicas de consumo de precio moderado, que, en esta ocasión, me ha dejado un buen sabor de boca por su elevada calidad. Tiene un tacto muy agradable y, a diferencia del utilizado en otros altavoces, no transmite la sensación de ser endeble. La única parte del recinto que no es plástico es la base, de goma y circunscrita por un anillo metálico que embellece el conjunto.
Puesta en marcha
Como he explicado al principio del post, los Freya pueden trabajar en solitario, pero también es posible emparejar dos cajas acústicas para conseguir que trabajen en estéreo, con las evidentes ventajas que esto conlleva (las detallaré en el siguiente apartado). La comunicación entre ellos y con el dispositivo que les envía el sonido se realiza a través de una conexión Bluetooth 3.1 o 4.0, y ponerlo todo en marcha es realmente sencillo. Básicamente solo hace falta cargar su batería Li-Ión de 2.200 mAh (requiere unas 3 horas), encenderlos, decidir cuál queremos que sea el altavoz maestro (desde el que controlaremos el volumen y los demás parámetros de reproducción) y emparejarlos utilizando el botón de sincronización que ambas cajas tienen en la parte trasera. Y listo.
Calidad de sonido
Antes de profundizar en su sonido, repasaré las especificaciones de los Freya, de las que Clint apenas nos da detalles. Tan solo reconoce que en su interior reside un amplificador que trabaja en clase D (algo lógico) capaz de entregar una potencia máxima de 7 vatios (una vez puestos en marcha parecen más potentes) y un DSP. No especifica ni la respuesta en frecuencia, ni la distorsión armónica total, ni la relación señal/ruido... Reconozco que me he quedado con las ganas de conocer estos parámetros, así que iré directamente «al grano»: a su sonido.
El distribuidor de los productos de Clint en España nos ha enviado dos altavoces Freya, por lo que he podido probarlos en estéreo, que, sin duda, es lo ideal si queremos obtener una imagen amplia y medianamente creíble. De hecho, esta es, en mi opinión, la principal carencia de los altavoces inalámbricos que utilizan un único recinto compacto: no son capaces de generar una imagen sonora amplia. Según Clint, los Freya admiten una separación máxima entre ellos de 8 metros, pero, en mi opinión, no deberían alejarse más de 3 metros. De lo contrario la escena sonora pierde la continuidad porque no tienen el tamaño necesario para generar un campo sonoro con la amplitud adecuada.
Eso sí, una vez que tenemos su batería cargada y están bien colocados, los Freya suenan divinamente. Para probarlos he utilizado la batería de cortes que suelo usar para analizar equipos de alta fidelidad, y han dado la talla. Su resolución no está nada mal, su timbre es creíble y su capacidad dinámica permite escuchar cualquier género musical de forma satisfactoria, algo muy meritorio en unos altavoces tan compactos. Alcanzan un nivel de presión sonora suficiente para llenar de sonido una habitación de entre 15 y 20 metros cuadrados, y, si no se nos va la mano con el volumen, su distorsión es muy aceptable. Y, por supuesto, si tenemos la oportunidad de hacernos con dos Freya disfrutaremos una imagen estéreo con unas dimensiones y una estabilidad muy interesantes para unos altavoces de este tipo. Sus graves son muy limitados, eso sí, pero esta es una carencia insalvable en unas cajas acústicas de este tamaño.
Nuestra valoración
La calidad de sonido global de los Freya me ha sorprendido gratamente. Además, Clint anuncia una autonomía máxima de 6 horas, y, curiosamente, yo los he tenido funcionando durante más de 7 horas con un volumen moderado, lo que demuestra la honestidad de la marca danesa a la hora de publicar sus especificaciones. También me gusta su acabado, lo fácil que es ponerlos en marcha y el hecho de que apenas se calienten, incluso tras varias horas de uso intenso.
Los Freya que he tenido la ocasión de analizar tienen conectividad Bluetooth, así como una entrada USB y un puerto auxiliar de tipo jack, pero también están disponibles con conectividad WiFi y compatibilidad con los estándares DLNA y AirPlay. Este último modelo, al parecer, puede controlarse desde un móvil o un tablet instalando previamente la app Asgard de Clint. En cualquier caso, su sonido debería ser el mismo que nos ofrecen los Freya con Bluetooth que he probado.
Para concluir solo me queda aseguraros que estos altavoces tienen probablemente el mejor sonido que he escuchado en unas cajas acústicas inalámbricas de su rango de precio. Y, además, son preciosos. Eso sí, no son baratos. Cada Freya con conectividad Bluetooth cuesta 179 euros, y yo os aconsejaría haceros con dos para disfrutar una imagen estéreo coherente. Aun así, si queréis unos altavoces inalámbricos, tenedlos en cuenta. Merecen una oportunidad.
El equipo ha sido cedido para la prueba por parte de Clint Digital. Puedes consultar si lo deseas nuestra política de relaciones con las empresas.