Mi placa de inducción no calentaba tan rápido como quería. Lo he solucionado con estos ajustes

Creía que mi placa de inducción Samsung rendía al máximo, hasta que descubrí que varias zonas compartían potencia

Manuel Naranjo

Editor

Durante mucho tiempo di por hecho que mi placa de inducción Samsung estaba rindiendo a tope. Calentaba rápido, hacía poco ruido y, en comparación con la vitrocerámica que tenía antes, aquello era otro mundo.

Pero cuanto más la usaba, más notaba pequeños detalles: agua que tardaba demasiado en hervir, salteados que no cogían la temperatura que esperaba o fuegos que parecían “aflojar” cuando encendía más de un foco. Hasta que un día me senté a mirar bien el manual y a buscar información… y ahí empezó a encajar todo.

Las señales de que la placa no está rindiendo como debería

Mirando atrás, las pistas estaban ahí desde el principio. Había varios síntomas que me hacían sospechar que algo no iba del todo bien:

  • El agua tardaba más de lo normal en hervir para ser una placa de inducción.
  • Las sartenes y ollas no alcanzaban la temperatura que esperaba para dorar o saltear bien: la comida se cocía más que se freía.
  • Cuando usaba dos o más fuegos a la vez, aunque los pusiera al máximo, notaba que la potencia “aflojaba” y todo iba más lento.
  • Tenía la sensación constante de que la placa nunca llegaba a ese punto fuerte real, como si siempre se quedara a medio gas aunque el indicador marcara el tope.

Si te suena algo de esto, puede que no sea solo cosa de las ollas o de la receta: puede que tu placa no esté usando toda la potencia que realmente tiene disponible… o que la esté repartiendo de una forma que no te favorece.

La potencia de la placa no siempre es la potencia que llega

Lo primero que descubrí es que una cosa es la potencia máxima que anuncia la placa y otra la que realmente está usando en mi cocina. Muchas placas de inducción Samsung traen sistemas de gestión de potencia para no disparar el consumo y adaptarse a la instalación eléctrica. ¿El problema? Que a veces vienen de fábrica con un límite más bajo del que realmente podrías aprovechar.

Yo, por ejemplo, no tenía ni idea de que la placa podía venir “capada” de serie y que ese límite se podía cambiar. En el menú de ajustes avanzados es posible configurar ese límite de potencia. Si la instalación eléctrica lo permite y el técnico la dejó en un perfil conservador, puede que la placa nunca esté usando todo lo que tiene.

En mi caso, al revisar la configuración, vi que estaba trabajando por debajo de lo que aguantaba la línea. Al ajustar ese valor, de repente los tiempos de cocción mejoraron sin cambiar nada más: el agua empezó a hervir antes, las sartenes cogían mejor temperatura y esa sensación de “a medio gas” desapareció en buena parte.

Antes de tocar nada, seguridad y sentido común

Aquí viene la parte importante: que se pueda cambiar el límite de potencia no significa que haya que subirlo a lo loco. No es cuestión de ponerse a trastear menús avanzados sin mirar nada más, porque hablamos de un electrodoméstico de alta potencia conectado a una instalación eléctrica concreta.

Hay algunos mínimos que conviene respetar:

  • Revisar el manual de la placa y ver qué rangos de potencia admite y cómo se recomiendan según la instalación.
  • Comprobar qué potencia tienes contratada y qué línea alimenta la placa (magnetotérmico, sección de cable, etc.).
  • Si tienes dudas, lo más sensato es consultarlo con un electricista o con el servicio técnico antes de subir el límite.

La idea no es exprimir la placa hasta el extremo, sino ajustarla para que trabaje dentro de lo seguro y de lo que tu instalación soporta, sin convertirlo en un riesgo ni para la vivienda ni para la factura.

Las zonas comparten más de lo que parece

Otro descubrimiento incómodo: las zonas de cocción no son independientes del todo. Muchas veces comparten “bloques” de potencia. Traducido: si pones dos fuegos de la misma zona a tope, la placa reparte recursos y ninguno de los dos llega al máximo real.

Por eso me pasaba que, cuando ponía una olla grande y una sartén a la vez, notaba que el agua tardaba más en hervir y que el salteado perdía fuerza en cuanto añadía ingredientes. No era imaginación, era la gestión interna de la potencia. Lo normal es que, cuantas más zonas enciendas a alta potencia, más tenga que recortar la placa para no superar el límite total configurado.

Aprender esto me cambió la forma de organizar la cocina: priorizo qué fuego necesita la máxima potencia (por ejemplo, la sartén para dorar) y dejo el resto a niveles más moderados. Cuando quiero ir rápido, uso menos zonas, pero mejor aprovechadas, en vez de tener medio frontal encendido a costa de que todo vaya “justito”.

El tipo de olla importa más de lo que creemos

Otra razón por la que mi placa rendía menos era tan simple como las ollas. Inducción no significa “vale cualquiera con base negra y ya”. La calidad del fondo, el grosor y el tamaño respecto al círculo de la zona influyen en cómo se transmite el calor.

Con algunas ollas baratas notaba que la potencia subía al máximo, pero la comida no respondía igual: el aceite tardaba más en calentarse, la carne no sellaba bien y los salteados quedaban pobres. Cambiando a ollas con un fondo más grueso, bien plano y del tamaño adecuado para cada zona, la misma potencia se traducía en una cocción mucho más rápida y uniforme. Incluso el ruido de la placa cambió: menos zumbidos raros, menos chasquidos.

Configuración, limpieza y pequeños detalles que también restan potencia

Hay otros ajustes que también marcan la diferencia. Activar el modo Booster cuando realmente lo necesitas (por ejemplo, para hervir agua) y no usarlo para todo evita que la placa se proteja y recorte después. Si abusas de los modos máximos, la electrónica se calienta y el propio sistema baja la potencia para protegerse… y tú solo ves que “ya no tira como antes”.

Mantener la superficie limpia, sin restos quemados ni líquidos, también ayuda a que la detección del recipiente sea correcta y no esté recalculando todo el rato.

Y luego están los detalles de siempre: dejar ventilación suficiente en el mueble, no tapar las rejillas y evitar que los cajones de debajo se llenen de cosas que puedan bloquear el aire. Si la placa se calienta demasiado, se protege bajando potencia. Desde fuera, de nuevo, la sensación es que nunca llega a ese punto fuerte real.

Lo mejor de todo esto es que no cambié de modelo ni de marca. La placa de inducción Samsung es la misma, pero entre revisar la instalación, ajustar (con cabeza) el límite de potencia, entender cómo se reparten las zonas y usar ollas decentes, la sensación en el día a día es completamente distinta.

Imágenes | Samsung con edición

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