Calentar la casa con velas por menos de 50 céntimos al día: en qué consiste el método Winter y por qué no es una buena idea

Las velas dan una sensación de calidez y estrictamente hablando, son fuego. Sin embargo, usarlas como sustituto o complemento de la calefacción puede ser problemático

Con las olas de frío propias de la época y el precio de los combustibles es normal que agudicemos el ingenio en busca de soluciones tener una temperatura de confort, bien sea para estirar la acción de la calefacción como un buen aislamiento o directamente explorando "nuevas" formas de calentarnos.

Un claro ejemplo es la vulgarmente conocida estufa de los pobres, que tiene como base calentarse con velas, el fuego primigenio en su versión mini. Si estás pensando en calentar tu casa con velas, mejor leer este artículo antes para tener claro qué ganas y qué pierdes.

Qué es el método winter

La estufa de los pobres o "Método Winter" consiste básicamente en crear un calentador valiéndose de un par de macetas y algunas velas. Se le conoce así porque el periodista Dylan Winter lo denominó así en el vídeo que subió a YouTube hace unos años explicando paso a paso cómo hacer esta estufa DIY. En su momento se convirtió en viral (hoy no disponible) y cuando llega el frío, vuelve a aparecer entre las tendencias de redes sociales. Sin ir más lejos, cada invierno vas a encontrar un montón de interpretaciones en TikTok bajo el hashtag #terracottapotheater, que ya acumula más de dos millones de visualizaciones.

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Más concretamente, la receta canónica de esta estufa DIY consiste en colocar cuatro velas pequeñas de Ikea (de estas que cuestan 5,99 euros el pack de 100 unidades o similares) en una bandeja de metal y colocar una maceta pequeña sobre ellas. Encima del agujero de la base (el que sirve para drenar el agua cuando la maceta se usa en su misión estándar), el recipiente de aluminio de una vela gastada. Cubriéndolo todo, una segunda maceta de tamaño más grande.

Las cuatro velas encendidas calientan el aire de ese espacio, que sube mediante convección a la parte superior, escapándose a la habitación. La idea final es simplemente concentrar todo el calor en un punto y que este irradie al exterior.

A partir de aquí, cada maestrillo tiene su librillo y existen diferentes variantes en el diseño: hay quien se limita a una única maceta, otras personas apuestan por un sistema de superposición de macetas de diferentes tamaños a lo matrioskas (para concentrar más el calor), hay quien le añade arandelas y tornillos a la receta...Según la teoría de Winter, cuatro velas servirían para calentar la estancia por la mañana y otras cuatro por la tarde.

Las cuentas son bastante fáciles. Dejando al margen la bandeja y las macetas, que probablemente tengamos por casa y que forman parte de la estructura y no del "combustible", cada velita cuesta unos 6 céntimos, por lo que podremos calentar una habitación mañana y tarde al módico precio de 48 céntimos.

¿Y funciona? En El Confidencial se propusieron llevar a cabo la experiencia bajo ciertas condiciones (como que la habitación tenía un espacio de 23,6 metros cúbicos, carecía de ventanas y comenzaron el experimento a las 18:00 horas con una temperatura de 24 grados) que nos puede servir como una buena aproximación, concluyendo que el sistema es capaz de calentar la estancia a un ritmo de 2 grados/hora. Lento respecto a los estándares a los que estamos acostumbrados, pero efectivo actuando con previsión y barato.


Por qué no es una buena idea calentar una estancia con velas

De la prueba de El Confidencial se deduce que lo primero que vamos a experimentar es un fuerte olor a cera derretida que puede echar para atrás a algunas personas.  Por otro lado, estamos con un sistema de calefacción que consume oxígeno y lo convierte en dióxido de carbono, algo no muy saludable en espacios pequeños y mal ventilados.

Por otro lado las populares velas de Ikea están hechas de cera de origen vegetal y parafina (un derivado del petróleo en cuya combustión según un estudio de la Environmental Protection Agency contiene compuestos tóxicos para la inhalación como el benceno o el tolueno). Por otro lado, quizás te plantees aprovechar esas velas que tienes por casa tintadas con químicos o con mechas con zinc, estaño o plomo.

Debido al propio sistema, que emplea fuego directo, habrá cierta exposición y riesgo de incendio ante accidentes o manipulación (imagina por ejemplo un golpe sin querer de tu mascota) que provoque que las velas caigan a una revista o a la alfombra.

Por otro lado, el exterior de la maceta se calienta mucho (puede llegar a alcanzar 200 grados), por lo que un roce casual puede traducirse en una quemadura. Si estás en una habitación con un ambiente húmedo y este incide en el interior de las macetas de arcilla, el agua evaporada podría favorecer la explosión del recipiente con el consecuente peligro que representa.

Hasta aquí riesgos inherentes a esta estufa de los pobres, pero también debemos considerar su efectividad. En Consumer recogen las declaraciones del experto en energía Jorge Morales, que explica que no hay milagros térmicos: 'La máxima energía a transmitir es la contenida en la vela. Y no es mucha'.

En esta misma publicación esta afirmación es confirmada por Carlos Gutiérrez de la web de divulgación energética Nergiza, que puntualiza que 'dará una cantidad de energía/potencia calorífica muy pequeña, claramente insuficiente para calentar una habitación.' Además, detalla que 'el ratio euro/kWh en este caso también sería bastante alto'. Y es que es fácil confundir que las macetas se pongan ardiendo no implica que ofrezcan una potencia térmica alta, a causa de su pequeña superficie de intercambio.

Portada |  Unsplash

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