Si tienes calefacción de gas o diésel, sus días están contados: tendrán que ser sustituidas por bombas de calor antes de esta fecha

Este próximo invierno 2023-2024 será el último para poder solicitar ayudas en la instalación de calderas de combustibles fósiles

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Los sistemas de calefacción que utilizan calderas de gas natural o diésel han sido muy populares en las últimas décadas gracias a su buen rendimiento y al relativo bajo coste de los combustibles, por lo menos si lo comparamos con otras alternativas como las eléctricas.

Sin embargo, dado que utilizan combustibles fósiles y generan gases de efecto invernadero en el proceso, son el próximo objetivo de la Unión Europea en un intento por reducir las emisiones de estos elementos en los próximos años.

Según el Acuerdo de París de la Unión Europea y el Desarrollo Sostenible 2030, la idea es limitar en al menos un 55% las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030 y alcanzar la neutralidad a mediados de este siglo. De ahí que se hayan puesto condiciones a la instalación y uso de las calderas domésticas que funcionan con combustibles fósiles.

Fechas límite para seguir usando calderas de gas y diésel

Así, la normativa de la UE aprobada en la primavera de 2023 establece que los edificios de nueva construcción cumplirán el requisito de cero emisiones en 2026 en el caso de ser inmuebles ocupados o gestionados por autoridades públicas, fecha que se amplía hasta 2028 para el resto:

A partir del 1 de enero de 2026, los edificios nuevos ocupados o gestionados por autoridades públicas o que sean de su propiedad; Y a partir del 1 de enero de 2028, todos los edificios nuevos.

Si nuestra vivienda o edificio ya es antiguo, de acuerdo con el documento de la UE, se establece una hoja de ruta con una eliminación progresiva de dichas calderas en aras de una "eliminación total" para 2035-2040:

Según la Comisión, los Estados miembros deben indicar en sus planes de renovación de edificios las políticas y medidas nacionales para eliminar gradualmente los combustibles fósiles en la calefacción y la refrigeración, y no deben concederse incentivos financieros para la instalación de calderas de combustibles fósiles a partir de la entrada en vigor de la presente Directiva:

Los Estados miembros deben introducir medidas para garantizar que
el uso de sistemas de calefacción que utilizan combustibles fósiles en edificios nuevos y en edificios que sean objeto de reformas importantes, renovaciones en profundidad o renovaciones del sistema de calefacción no esté autorizado a partir de la fecha de transposición de la presente Directiva y eliminar gradualmente el uso de sistemas de calefacción que utilizan combustibles fósiles en todos los edificios a más tardar en 2035 y, si no es viable, como demuestra la Comisión, a más tardar en 2040.

Es decir, para construcciones ya existentes se establece una horquilla para la desaparición de las calderas de gas y diésel de entre 2035 y 2040, en función de la viabilidad para llevarlo a cabo.

Además, para incentivar esta desaparición progresiva, las ayudas para la instalación que han venido dando estados y comunidades autónomas terminarán mucho antes. En concreto, este invierno de 2023-2024 será el último para poder recibir subvenciones en la instalación de una caldera de este tipo, ya que a partir del 1 de enero de 2024 los estados miembros de la UE ya no podrán ofrecer incentivos financieros en forma subvenciones para calentadores que utilicen combustibles fósiles.

A partir del 1 de enero de 2024 a más tardar, los Estados miembros no ofrecerán ningún incentivo financiero para la instalación de calderas que utilicen combustibles fósiles

Qué sistemas de calefacción se consideran eficientes

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Muy bien, entonces si no podemos usar este tipo de calderas de combustibles fósiles por no considerarse eficientes, ¿qué alternativas más ecológicas propone la UE?

Pues con el fin de promover un consumo más eficiente de energía primaria y de aumentar la cuota de energías renovables en el suministro de calefacción y refrigeración que entran en la red, se considerará eficiente todo sistema urbano de calefacción y refrigeración que cumpla con unos criterios que la UE ha modificado en su última directiva con fecha del 13 de septiembre de 2023:

  • Así, hasta el 31 de diciembre de 2027, se considerará que un sistema es eficiente si utiliza al menos un 50% de energías renovables, un 50% de calor residual, un 75 % de calor cogenerado o un 50 % de una combinación de estos tipos de energía y calor;
  • A partir del 1 de enero de 2035, todo sistema que utilice al menos un 50% de energía renovable, un 50% de calor residual o un 50% de energías renovables y calor residual, o un sistema cuya cuota total de  energías renovables, calor residual o calor cogenerado de alta eficiencia sea, como mínimo, del 80% y además, cuya cuota total de energías renovables o calor residual sea, como mínimo, del 35%.
  • A partir del 1 de enero de 2040, todo sistema que utilice al menos un 75% de  energía renovable, un 75% de calor residual o un 75% de energía renovable y calor residual, o un sistema que utilice como mínimo un 95% de energía renovable, calor residual y calor cogenerado de alta eficiencia y además, cuya cuota total de energías renovables o calor  residual sea, como mínimo, del 35%;
  • Finalmente, a partir del 1 de enero de 2050, todo sistema que utilice exclusivamente energía renovable, exclusivamente calor residual o exclusivamente una combinación de energías renovables y calor residual.

Y, ¿qué tecnologías entran dentro de estos requisitos? Pues la UE apuesta principalmente por las bombas de calor y tecnologías derivadas o complementarias basadas en las energías renovables. Es por ejemplo el caso de las calderas de biomasa, que extraen energía para calefacción y agua para uso sanitario mediante la combustión de leña o pellets, las calderas eléctricas que usan calentadores eléctricos, o las calderas iónicas, que producen energía térmica a través del intercambio iónico:

las renovables in situ, como la solar térmica,  fotovoltaica, las bombas de calor y la biomasa, la renovable  suministrada por comunidades de energías renovables o comunidades ciudadanas de energía, y la calefacción y refrigeración urbanas basadas en energías renovables o en el calor residual

Imagen portada | hessam nabavi

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