Si tu lavavajillas acumula agua en su interior tras un lavado no está roto. Este es el motivo

Al principio no le das importancia. Abres el lavavajillas al acabar el programa y ves un pequeño charco en el fondo. Los platos están limpios, el detergente se ha disuelto y todo parece haber ido bien, pero ese resto de agua genera una sensación clara: algo no funciona como debería.

Lo normal es pensar en una avería, pero en la mayoría de los casos el problema es mucho más sencillo y tiene que ver con cómo drena el agua y cómo usamos el aparato.

Un lavavajillas no termina completamente seco por dentro, pero tampoco debería acumular agua visible. Cuando ocurre, suele haber una causa concreta detrás y casi siempre tiene arreglo sin llamar al técnico.

El filtro, el gran olvidado

El motivo más habitual es el filtro obstruido. Está en la parte inferior y su función es retener restos de comida, grasa y pequeñas partículas para que no pasen a la bomba de desagüe. Con el uso diario, ese filtro se va saturando poco a poco, incluso aunque aclares los platos antes de meterlos.

Cuando el filtro está sucio, el agua no circula correctamente al final del programa y parte de ella se queda estancada. A veces no es una obstrucción total, sino una mezcla de grasa y restos finos que ralentizan el drenaje. Limpiarlo con agua caliente y un cepillo suave suele ser suficiente para que el problema desaparezca de inmediato.

El desagüe también es importante

Otra causa frecuente está fuera del propio lavavajillas. El tubo de desagüe puede estar mal colocado, doblado o demasiado bajo, lo que provoca que el agua no termine de salir o incluso que parte regrese al interior.

Esto ocurre sobre todo cuando el lavavajillas comparte desagüe con el fregadero. Si el sifón está parcialmente atascado o el tubo no tiene la altura correcta, el sistema pierde eficacia. No es una avería del electrodoméstico, sino un problema de instalación o mantenimiento del desagüe de la cocina.

Programas cortos, los causantes de que tu lavavajillas no drene del todo

Los programas rápidos están pensados para ahorrar tiempo y energía, pero tienen sus limitaciones. En muchos modelos, estos ciclos reducen la fase final de drenaje para acortar la duración total.

Si usas casi siempre programas cortos, es normal que quede algo más de agua en el fondo, sobre todo si el lavavajillas no está muy cargado o si el agua de tu zona es especialmente dura. Alternar de vez en cuando con un programa normal o intensivo ayuda a limpiar el circuito interno y mejora el vaciado.

Grasa acumulada en el interior

Aunque no se vea, el interior del lavavajillas acumula grasa con el tiempo. Esta grasa se adhiere a conductos, bomba y filtros, haciendo que el drenaje sea más lento. El resultado es ese pequeño charco persistente que aparece al terminar.

Un ciclo de mantenimiento con agua caliente, o incluso un lavado en vacío con un producto específico o vinagre y bicarbonato, ayuda a eliminar esos restos y devuelve al sistema su funcionamiento normal.

Lo que sí puede ser una avería

Si el lavavajillas deja mucha agua, hace ruidos extraños o directamente no evacua nada, entonces sí puede haber un fallo mecánico. Pero cuando el agua es poca y el aparato completa el programa sin errores, lo habitual es que la causa sea alguna de las anteriores.

Antes de pensar en cambiar piezas o llamar al servicio técnico, merece la pena revisar filtros, desagüe y hábitos de uso.

Con un poco de mantenimiento y algún ajuste en el uso diario, ese charco desaparece y el lavavajillas vuelve a funcionar como el primer día, sin gastar dinero ni complicarse más de la cuenta.

Imágenes | Manuel Naranjo, Samsung

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