Una semana usando el modo AI Energy en mi Smart TV me ha bastado para saber realmente cómo se comporta su consumo

Cuando compré la tele Samsung, me fijé mucho en el HDR, en los nits y en las apps, pero confieso que el modo AI Energy fue de esas cosas que pasé por alto. Un icono más en los ajustes, pensé. Lo activé casi por curiosidad, más por trastear que por otra cosa, y al final he pasado una semana entera con él encendido, midiendo consumos y fijándome en cómo cambiaba la imagen.

Ahora ya no lo veo como una opción escondida: es algo que, sinceramente, voy a dejar puesto.

Lo que hace realmente el modo AI Energy

En teoría, este modo tira de IA ajustando brillo, HDR, tasa de refresco y algunos procesos internos para gastar menos energía. En la práctica, lo que notas es que la tele deja de comportarse como una pantalla “a lo bruto” y empieza a reaccionar a lo que pasa en la habitación.

Con luz natural entrando por la ventana, el brillo baja un poco, de forma suave, sin esos cambios exagerados que te sacan de lo que estás viendo. Por la noche hace justo lo contrario: mantiene la imagen suficientemente clara, pero sin deslumbrarte. No te da la sensación de estar viendo una película con la tele al mínimo ni nada de eso; simplemente se nota menos agresiva.

Con el HDR pasa algo parecido. No desaparece, pero sí se modera. Los picos de brillo no son tan bestias y, curiosamente, eso hace que algunas escenas se vean incluso más agradables a la vista cuando llevas un rato delante de la pantalla.

Así se comporta en el día a día

Donde más he notado este modo ha sido en la rutina normal: la típica tarde de serie, algo de YouTube, un rato de consola y, de fondo, la tele puesta mientras haces otras cosas. Ahí es donde ves que la inteligencia artificial no está de adorno.

La tele se pone menos “nerviosa”: cambia menos de brillo, parece gestionar mejor el movimiento y, sobre todo, da la sensación de que no está forzando el panel al máximo todo el tiempo.

Además, el sistema se encarga de ir cerrando apps que no estás usando. No lo ves en pantalla, pero se nota en que el sistema va más suelto cuando sales de Netflix y entras a otra plataforma.

Todo esto pasa sin tener que pelearte con menús ni perfiles. Lo activas una vez y te olvidas, que es justo lo que le pido a este tipo de funciones.

Los números después de una semana

Para salir de impresiones y pasar a datos, conecté la tele a un enchufe inteligente que registra el consumo. No es un laboratorio profesional, pero sí suficiente para hacerme una idea clara.

Durante varios días, con el modo AI Energy apagado, el consumo medio en mis sesiones habituales (entre una película, algo de TDT y un rato de plataformas) se movía aproximadamente entre 120 y 130 Wh. Repetí la jugada otra semana, en franjas horarias similares y con el modo activado, y la cifra empezó a bajar a una horquilla de 95 a 105 Wh.

No es exacto al milímetro, porque cada día ves cosas distintas, pero la tendencia es clara: el ahorro se queda, de forma bastante consistente, en torno a un 20 %. No es una locura que cambie la factura de un mes a otro, pero sí es una rebaja que, sumada a otros pequeños gestos en casa, empieza a pesar.

Lo que me ha convencido… y lo que no tanto

Lo que más me ha gustado es que no da la sensación de estar “capando” la tele. La imagen sigue viéndose bien, el HDR sigue ahí y no he tenido la impresión de estar sacrificando demasiado solo por gastar menos. También se agradece que no sea un modo agresivo que oscurece todo hasta el punto de resultar molesto.

¿Pegas? Si eres muy maniático con la imagen, notarás que en algunas escenas nocturnas el brillo no pega esos subidones tan espectaculares que puede dar la tele sin el modo activado. No es dramático, pero está ahí. Para la mayoría de la gente, creo que el equilibrio entre calidad y ahorro está bastante bien resuelto.

Después de esta semana, mi sensación es sencilla: el modo AI Energy no es marketing vacío. No hace milagros, no va a partir la factura por la mitad, pero sí aporta un ahorro real y, lo más importante, lo consigue sin obligarte a renunciar a disfrutar de la tele como siempre. Y con eso, a mí ya me ha ganado.

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