Es posiblemente la función de la lavadora que más se usa en invierno y puede estar estropeando tu ropa sin que te des cuenta

En los meses fríos, la lavadora se convierte en una aliada imprescindible para mantener en uso toda la ropa gruesa que sale del armario: sudaderas, forros polares, vaqueros, jerséis y prendas térmicas.

El problema es que, buscando que todo salga casi seco para evitar tender en interiores o usar secadora, la mayoría de usuarios cae siempre en la misma tentación: seleccionar o dejar activado el centrifugado fuerte automático. Parece una solución práctica, pero en realidad es una de las decisiones que más daño provoca a los tejidos durante el invierno.

El centrifugado fuerte y por qué se usa tanto

Los programas actuales vienen pensados para ahorrar tiempo y agua, por eso muchos ciclos incorporan velocidades altas de centrifugado por defecto, a menudo entre 1.200 y 1.400 rpm. En invierno esto se utiliza todavía más porque la ropa tarda más en secarse al aire y apetece sacarla de la lavadora lo más “escurrida” posible.

Incluso en modelos avanzados, como muchas lavadoras Samsung actuales, el sistema automático ajusta las revoluciones según el peso de la carga, pero tiende a priorizar la reducción de humedad antes que el cuidado extremo de los tejidos, a menos que el usuario seleccione un programa específico para prendas delicadas.

El daño no es inmediato ni espectacular, sino progresivo. Las sudaderas empiezan a “colgar” por los hombros, los jerséis pierden forma y los vaqueros se endurecen. Las prendas térmicas, diseñadas para mantener un entramado concreto de fibras, ven cómo su tejido se aplasta y pierde eficacia aislante.

A nivel interno, el exceso de revoluciones provoca una tensión constante entre fibras que no están preparadas para soportar ese estiramiento repetido. Es como forzar una goma una y otra vez: aguanta durante un tiempo, pero acaba perdiendo elasticidad. La ropa dura menos, se deforma antes y su aspecto envejece rápidamente.

Las prendas que más sufren en invierno

El abuso del centrifugado fuerte afecta a casi toda la ropa, pero hay prendas especialmente vulnerables en esta época.

Los jerséis de lana o punto se deforman con facilidad. Las sudaderas de algodón con elastano pierden estructura. La ropa deportiva térmica pierde ajuste y capacidad de compresión. Incluso las mantas y toallas gruesas típicas del invierno terminan apelmazadas con el paso de los lavados.

Los vaqueros, aunque parecen resistentes, tampoco se libran: el tejido se vuelve más rígido y pierde parte de su forma original.

Ajustar la lavadora sin renunciar al secado

No es necesario dejar la ropa empapada para cuidarla mejor. Basta con bajar ligeramente las revoluciones. Para la mayoría de prendas de invierno, un centrifugado de 800 o 1.000 rpm resulta más que suficiente y reduce notablemente el desgaste de los tejidos.

Otra clave es separar cargas: utilizar programas suaves para ropa delicada y reservar altas revoluciones solo para toallas o sábanas. Además, evitar llenar en exceso el tambor permite que la ropa se mueva con menos presión durante el centrifugado, algo que se nota especialmente en programas automáticos de lavadoras modernas.

El centrifugado fuerte no es un problema en sí mismo, sino un recurso que se usa mal por rutina. Con pequeños ajustes conscientes en cada lavado, se logra que jerséis, sudaderas y prendas térmicas mantengan su forma durante mucho más tiempo, evitando compras innecesarias por desgaste prematuro.

En invierno, cuando la lavadora trabaja más que nunca, merece la pena dedicar unos segundos a elegir bien el programa. Es un gesto mínimo que protege la ropa y alarga su vida útil sin renunciar a la comodidad que ofrecen los electrodomésticos actuales.

Imágenes | Dall-E con edición

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