Adiós a los sobresaltos cuando pasamos de un programa o película a la publicidad
Es una de las experiencias más universales y molestas. Estás viendo una película por la noche, con el volumen ajustado para no molestar, y de repente, llegan los anuncios rugiendo como si tuvieras en casa el mejor home cinema del mercado. Es un truco deliberado de la industria publicitaria para captar nuestra atención. Tanto, que la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) ha decidido cortar de raíz esta práctica aprobando unos criterios de supervisión definitivos que obligan a todas las cadenas a jugar con variables que ya se usaban en el streaming.
La trampa se acaba. Tal y como cuenta Banda Ancha, el problema histórico es que la ley ya prohibía que la publicidad sonara más fuerte que el programa, pero la CNMC admite que hasta ahora resolvía las denuncias sin una "metodología técnica definida". Las cadenas cumplían con los picos de señal eléctrica permitidos, pero utilizaban compresión dinámica para aumentar la densidad del sonido, logrando que el anuncio se percibiera mucho más fuerte sin violar el límite técnico antiguo. Ahora, la institución regulador adopta oficialmente el estándar europeo UER R-128, que mide la "sonoridad" (loudness) en LUFS, una unidad que replica cómo el oído humano percibe el volumen real, anulando los trucos de ingeniería de audio.
El estándar de internet llega a la tele. La norma fija el nivel de referencia en -23 LUFS con una tolerancia mínima. Es exactamente el mismo sistema de normalización que llevan años utilizando las plataformas de streaming para que no tengas que estar subiendo y bajando el volumen entre canciones o vídeos. Si la TDT ya empezó a aplicar esto con su nuevo Plan Técnico en 2025, la gran novedad es que la CNMC extiende esta vigilancia a todos los demás: televisión de pago, servicios de vídeo bajo demanda (como Netflix o Prime Video), radio y podcasts. Si un anuncio en tu podcast favorito te revienta el tímpano, ahora es una infracción medible.
Evitando trucos con los anuncios cortos y las cortinillas. La nueva supervisión baja al detalle para cerrar vacíos legales. La CNMC utilizará parámetros (el suplemento R-128 s1) para vigilar los anuncios breves, que son los que suelen aprovechar para meter un "subidón" de volumen repentino. Además, se prohíbe explícitamente que la señal acústica o música que separa el programa de la publicidad utilice una subida brusca para alertar al espectador. La transición debe ser distintiva, pero no puede ser un sobresalto sonoro.
Multas de hasta 200.000 euros para quien despierte al vecino. La normativa llega con dientes. El incumplimiento de estos criterios técnicos se considerará una infracción leve de la Ley General de Comunicación Audiovisual. Esto implica que las cadenas y plataformas que sigan jugando al gato y al ratón con el volumen se enfrentan a sanciones de hasta 200.000 euros.
Más información | CNMC
Imagen | Anne Nygård
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