Música y placer: crea la banda sonora de tu casa y distribuye dopamina por todas las habitaciones

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Esa canción que tanto te gustaba se convirtió en detestable a la semana de haberla convertido en tu melodía de despertador. Es algo que nos ha pasado a todos, pero no es algo casual. Es una reacción orquestada por el más complejo sistema de producción, optimización y almacenamiento de datos: nuestro cerebro.

La relación entre la música y el órgano que llena nuestra cabeza de materia gris es tan estrecha como compleja. No te sientes mejor al escuchar una melodía alegre porque sí cuando estás en casa y la oyes con tu altavoz Lumin’Us de Bigben Interactive, ese que además ilumina tu salón de color un aire naïve. Tampoco te motivas en el gimnasio al son de esa canción tan enérgica por casualidad. Todo se debe a tus neuronas, a las reacciones de tu sistema nervioso al escuchar un mi menor, un re mayor o un do-sol-la, un trío de notas de lo más repetido en la música pop.

El ritmo del bienestar y la felicidad

La música no la vemos, pero la sentimos. Y, aunque no la podamos mirar, sí es física: viaja por las ondas del sonido y se adentra en nuestro cerebro poco a poco. Roza nuestro oído, atraviesa el nervio auditivo y se transmite al tronco encefálico. Ahí se descompone en sus ingredientes básicos, como si de una ensalada variada se tratase, y la frecuencia, el ritmo, el tono y la letra se analizan en distintas zonas del cerebro. Y ahí comienza la magia.

Porque en el procesamiento y análisis de la música intervienen varias partes del cerebro, tanto del hemisferio derecho como del izquierdo. El cerebelo, el lóbulo temporal y el córtex prefrontal estudian el tono; el córtex frontal izquierdo, el córtex parietal izquierdo y el cerebelo derecho hacen lo propio con el ritmo; el sistema de procesamiento del lenguaje analiza la letra… y así sucesivamente.

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Pero la función no acaba ahí: las áreas cerebrales que se activan con la música son prácticamente las mismas que se encienden con las emociones. Por eso la música nos hace sentir; por eso nos pone la piel de gallina. Cuando los distintos apartados de nuestro cerebro analizan y gestionan la información que les llega por las ondas del sonido, se producen también una serie de reacciones físicas. Es entonces cuando segregamos hormonas como la dopamina, responsable de nuestro bienestar, y las endorfinas, las que nos hacen sentirnos felices.

En este punto se apoyan las investigaciones que sostienen, con evidencias y casos de éxito, el poder sanador de la música, especialmente en quienes padecen alguna enfermedad neurológica. Es lógico, ¿no? Si los sonidos musicales son capaces de activar nuestras neuronas, poner en funcionamiento distintas zonas del cerebro y, con ellas, las emociones, podrán también ayudar en los procesos de mejora y recuperación del sistema nervioso.

Esa capacidad de la música por despertar en nosotros sensaciones es la que logra que una melodía nos relaje, nos ponga nostálgicos, nos inspire alegría o haga que se nos vayan los pies y comencemos a bailar. Cada tono, ritmo y letra hace que nuestro cerebro reaccione de un modo u otro y, por ende, que a nuestras emociones les ocurra lo mismo.

El cerebro, el lector de los sentidos

Fotocortaok Bigben

Algo parecido a lo que sucede con el sonido ocurre con los colores. Los ojos los captan, sí, pero es nuestro cerebro el que los interpreta. Porque, si el sonido viaja a través de las ondas sonoras, los colores “viajan” a través de las ondas electromagnéticas: la luz rebota en los objetos; nuestra vista capta ese reflejo y la luz se convierte, analizada por nuestro sistema cerebral, en colores. Y en emociones.

El tono rojo, por ejemplo, es el que más estimula a nuestras neuronas, seguido del verde, el azul y el amarillo. Son tonalidades potentes, llenas de vitalidad y energía que, en una suerte de sinestesia, se vinculan a los sonidos en los altavoces Lumin’Us de Bigben Interactive.

Si eres de los que combina sentidos y pone nombre de canción a los colores y de sonidos a las tonalidades, estos dispositivos serán tus mejores compañeros de hogar. Si sencillamente quieres escuchar tus canciones favoritas en la mejor calidad —una canción "sabe" mucho mejor a nuestro cerebro si la oímos en su máximo esplendor de matices musicales—, también son para ti. Y qué decir si eres de quienes buscan hacer de su hogar uno especialmente acogedor, uno diferente, uno repleto de detalles tan funcionales como llamativos.

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Porque hace tiempo que entendimos que el pragmatismo y el diseño no están reñidos. Un altavoz no es solo un altavoz, igual que un televisor no es solo un televisor. El segundo es algo así como una ventana al mundo que nos ameniza fines de semana y nos arregla días anodinos con historias en dos dimensiones. El primero es, para los amantes de la música, un compañero de piso más: el que canta bien, el que siempre tiene la palabra adecuada, el que tan pronto te ilumina una cena como te tararea tu canción favorita.

Por eso, además de útiles, queremos que dispositivos tan importantes para nosotros como los que reproducen nuestras canciones sean bonitos. Y llenos de color y energía. Y de música, claro.

Los melómanos vivimos pegados a dos cosas: nuestra lista de reproducción —siempre hay una que, en cada momento concreto de tu vida, no puedes dejar de escuchar— y ese altavoz que podemos llevar a todas partes. Puede acompañarnos a la cocina mientras preparamos el desayuno, al dormitorio cuando nos arreglamos, al salón cuando tomamos el café en familia y suenan melodías relajadas e, incluso, a la ducha.

Porque los modelos waterproof de Lumin’Us flotan en tu bañera y acaban con esa desagradable sensación de no poder escuchar la frase que más te emociona de una canción cuando el grifo, inoportuno, decide sonar con fuerza a este lado de la cortina.

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La banda sonora de tu vida (en versión take away)

Somos capaces de asociar momentos del día a día a canciones: ese primer beso, ese baile de cumpleaños, esa entrada nupcial… Cada instante tiene su melodía. Y con todas ellas construimos la banda sonora de nuestra vida. Porque la música tiene una bella capacidad (además de todas las que ya hemos citado): puede poner palabras y sonidos a lo que nosotros no sabemos explicar. ¿Conoces esa sensación de estar escuchando una canción y sentir que habla de ti, que cuenta tu historia?

Lejos quedan los tiempos en los que, para escuchar tu música, tenías que andar pegado a un tocadiscos o a un aparatoso discman. Hoy nuestra BSO es take away, la podemos llevar con nosotros a cada instante y guardarla en el bolsillo: benditas listas de reproducción de las plataformas online.

Spotify nos lo pone muy fácil. Basta con ir a la pestaña de 'Listas de reproducción’, hacer clic en ‘Nueva lista’ y empezar a buscar las canciones que queremos compilar. Botón derecho, añadimos a lista de reproducción y voilà: recopilatorio hecho y listo para sonar en cualquier rincón de tu hogar: del dormitorio al comedor y de la terraza al jardín.

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Avisamos: crear listados acordes con las situaciones es totalmente adictivo. Te encontrarás, de repente, con nombres como Cocinar sushi, Hacer la colada, Planchar, Dormir a los peques, Un baño relajante, Motivación para salir, Momentos indies, Clásicos de adolescencia… y un larguísimo etcétera de temas que acompañarán cada momento del día en tu casa.

Todas esas listas las puedes reproducir desde tu móvil y hacer que suenen en tu altavoz Lumin’Us a través de Bluetooth. Y no te preocupes si piensas pasar horas y horas encadenando canciones: estos dispositivos tienen una autonomía de 8 horas, así que son perfectos para amenizar fiestas caseras... y convertirse en el centro de atención con sus luces de colores. ¿Quién quiere una bola de discoteca cuando tiene un altavoz que se ilumina? ¿Cómo no dejar escapar un "ohhh" cuando un unicornio luce de color rosa y comienza a reproducir esa canción tan especial para ti?

Puede que seas de los nostálgicos que sigue comprando discos y que crea con ellos sus listas de reproducción. En ese caso, no tienes por qué renunciar a la calidad que ofrece un altavoz como los de Bigben Interactive. Puedes reunir tus temas favoritos en un USB y conectarlo al aparato. Tus canciones, tu hogar y un sonido envolvente que emana de adorables altavoces de diseño. Nada más que añadir.

Bueno, sí. Que con cada canción que hagas sonar, ya sea por Bluetooth o por USB, estarás llenando tu hogar de dopamina, felicidad y bienestar. Y un hogar es, precisamente, eso: el lugar donde nos sentimos bien y felices. Donde somos nosotros mismos. Y donde escuchamos las canciones que nos pide el cuerpo (y el cerebro).

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