Contenido bajo demanda: cosas que no me explico

Contenido bajo demanda: cosas que no me explico
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Estamos todos de acuerdo en que el contenido bajo demanda es el futuro. Bueno, al menos los usuarios, porque la industria no parece tenerlo nada claro, a tenor de todas las cosas que no me explico y que hacen que muchísima gente opte por vías alternativas para conseguir aquello que quiere ver.

En mi opinión, el modelo que funciona es el de suscripción. Ahí está Netflix como ejemplo en Estados Unidos: contenido de calidad a un precio más que razonable. Estoy completamente convencido de que si en España hubiera algo parecido, el número de Barbarojas en nuestro país decaería drásticamente aunque solo fuera por la comodidad de encender la tele y tener algo interesante que ver, con una buena calidad, sin tener que pasar por el engorroso trabajo de encontrar y descargar una película de internet.

Obviamente, también habrá quien se aferre al "todo gratis", pero si se consigue que la mayoría de la población revierta beneficios sobre la industria, y no sobre terceros que se lucran dando acceso a ese contenido, hay un gran trozo de pastel que cortar. Mucha gente pagaba el acceso premium de Megaupload para poder ver series y películas sin interrupciones, por lo que no es descabellado deducir que pagarían una cantidad similar por hacerlo de forma legal, con mayor calidad y desde la comodidad del sofá.

Lo que pasa es que aquí no hay nada que se le parezca de verdad, Youzee ha fracasado estrepitosamente, Netflix y Boxee pasarán de largo, y Wuaki.tv, la única alternativa con suscripción, de momento cojea mucho en cuanto a su oferta se refiere --en series es tristísimo--. Pero sí que tenemos casos ligeramente particulares que demuestran que algo así puede funcionar, como Filmin, enfocada al cine independiente.

contenido bajo demanda - filmin

Mi padre, por ejemplo, está encantado con Filmin. Es un cinéfilo declarado, y hasta ahora se las veía y se las deseaba para encontrar qué ver. Nunca pasó de grumete en el mal llamado barco pirata, así que cuando le descubrí Filmin lo probó sin dudarlo. Ahora es un usuario feliz que paga su cuota agradecido, porque la videoteca se renueva con frecuencia y además le regalan varios pases al mes para ver los estrenos. Siempre que queda con amigos habla de sus bondades y los que lo prueban repiten.

En cambio, a los que nos gusta el cine más comercial, o las series de actualidad, nos maltratan. Porque señores, no se puede pretender cobrar cuatro euros por ver una película "reciente" en HD --pongamos MIB 3-- y quedarse tan ancho. Pero eso es lo que cuesta alquilarla en Wuaki o Xbox Videos durante 48h (en iTunes 4,99 euros), mientras que su precio en compra es de ¡12 euros! Sin caja, ni BluRay, ni nada de nada. Claro que hay casos más escandalosos como pretender cobrar 29,99 euros por la tercera temporada de Big Bang Theory, ¡La tercera! que ya la han repetido veinte veces en televisión y debe de costar un puñado de euros en un DVD que no tengo con qué reproducir.

El caso es que esos cuatro euros que cuesta alquilar un "estreno", son mucho más de lo que costaba alquilar una película en el videoclub, y desde luego, muchísimo más de lo que la amplia mayoría de la población está dispuesta a pagar para no tener que levantarse del sofá, ir al ordenador y descargarla. Esa es la clave, un precio que haga que no merezca la pena el engorro de buscar y descargarse una película o una serie. Pero no parecen entenderlo, y yo no me lo explico.

contenido bajo demanda - territorialidad

Tampoco me explico todo el asunto de la territorialidad. Es decir, por qué yo con mi cuenta de Wuaki.tv no puedo acceder al contenido por el que he pagado en Francia, o por qué en España no se puede uno apuntar a Netflix, aunque sea para ver series y películas en inglés.

Bueno, sí que lo sé, pero lo que no alcanzo a comprender es como las grandes productoras, gestoras y distribuidoras de contenido están ancladas aún al pasado --que son muchos años ya, hombre-- y solo sueltan prenda a cuentagotas, tras árduas negociaciones y muchas concesiones de algunas empresas que tratan de ofrecer al usuario lo que quiere, cuando lo quiere, como lo quiere.

Es cierto que cada país tiene su propia legislación, su propia sociedad gestora de los derechos de autor y sus propias distribuidoras, que son las que ponen las condiciones, y que es posible que existan algunas trabas legales, administrativas o comerciales en cada país --y en el nuestro, más que en ninguno-- pero me apuesto el poco pelo que me queda a que si los grandes agentes del mercado, los responsables del 90% de las películas y las series que vemos, tuvieran claro que ese es el modelo a seguir, dudo mucho que hubiera problema alguno en que se implantara.

Resulta triste y desolador que un usuario como yo, que quiere ver la última temporada de Big Bang Theory, que ya se emite en televisión, tenga que recurrir a métodos que no reportan beneficios a sus creadores --y que en nuestro país aún no se han demostrado ilegales-- cuando no tendría ningún problema en pagar una cantidad razonable de dinero, o una cuota mensual como la de Wuaki, que ya pago, pero no 30 desorbitados euros por por algo que en DVD me cuesta pongamos que 15.

Como diría Obelix, están locos estos romanos.

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